29 noviembre 2017

Etapa 10: Grañón - Tosantos

Domingo 4 de noviembre de 2007
20,3 km. Unas 6 horas


Vista desde el campanario
Nos despertamos a primera hora de la mañana en este entrañable albergue de Grañón. Tras asearme y desayunar junto a mis compañeros, subo a ver el campanario de la iglesia.  Parece que el día ha amanecido con una densa niebla cubriéndolo todo. La estampa que se contempla junto a las viejas campanas estremece y el frío quiere apoderarse de uno.

Nos bajamos rápidamente, nos abrigamos bien y salimos a recorrer nuestra etapa de hoy. Parece que la niebla no es tan densa como parecía, aunque tardará un par de horas en levantar del todo.

Amanece con niebla en Grañón

Peregrino en la niebla
Abandonamos Grañón por una pista de arena. Durante la mayor parte de la etapa de hoy caminaré junto a Ero, Pablo y Luca. Aprovecharemos varios momentos para charlar sobre nosotros, nuestras vidas, nuestras inquietudes, y también para cantar un poco y hacer el ganso.

Es en estas travesías cuando uno conoce a fondo a sus compañeros de viaje y comparte sus experiencias, cuando sin darte cuenta te "desnudas" ante ellos contándoles tu vida sin ningún reparo.

Cambio de Comunidad Autónoma
A los pocos minutos llegamos a un pequeño collado en el que un gran cartel nos informa de que abandonamos La Rioja y nos adentramos en Castilla León, comunidad por la que caminaremos durante quince jornadas a través de las provincias de Burgos, Palencia y León.

Desde este punto se intuye entre la niebla el primer pueblo burgalés, Redecilla del Camino, donde podemos observar dentro de la Iglesia de la Virgen de la Calle una pila bautismal románica del siglo XII con una destacada decoración escultórica.

Redecilla del Camino
Atravesamos el pueblo y en media hora más vamos a parar a Castildelgado, donde hago una pequeña parada para reponer fuerzas y reposar los músculos de las piernas.

De nuevo en marcha, camino un rato en soledad, aunque enseguida vuelvo a contactar con mis compañeros. El camino transcurre por grandes pistas más o menos cercanas a la nacional 120, que cruzamos en varias ocasiones. En unos hitos encontramos pintada una indicación que nos dice que nos quedan 547 kilómetros hasta Santiago. Parece que nuestro destino aún queda muy lejos.

Castildelgado
En un par de horas llegamos a Belorado, final clásico de etapa que nosotros vamos de nuevo a obviar y que dejaremos atrás para terminar nuestra jornada en Tosantos.

Eso no quita para que hagamos una visita a esta importante villa medieval. Como llegamos en torno al mediodía y es domingo, vemos que va a comenzar la misa. Luca y yo decidimos ir juntos. Cuando entramos en la iglesia, observamos que es una celebración especial para niños. El sacerdote que oficia la misa, el "Padre Segis", prepara toda la liturgia para que los más pequeños aprecien y entiendan lo que que en ella se celebra. La verdad es que asistimos a una Eucaristía muy bonita que me trae emotivos recuerdos de mi época como catequista.

Uy lo que nos queda!
Tras la misa decido ir a almorzar. Paro en un bar a tomarme un suculento bocata de tortilla de patata.

Sin más demora retomo el camino para recorrer los casi cinco kilómetros que me separan de la meta de hoy. Con las fuerzas renovadas por el bocata, llego a Tosantos en poco más de 45 minutos.

Me dirijo hacia el albergue parroquial. Llego en compañía de Ero. En la misma puerta nos encontramos con el hospitalero, José Luis, y con su ayudante durante estos días, Santi.

Nos reciben como si fuéramos de la familia, ofreciéndonos ayuda y mostrándonos el albergue y sus servicios. Aunque parezca increíble, el albergue de Tosantos me empieza a resultar aún más entrañable que el de Grañón (que no es cosa fácil).

Tosantos y su ermita al fondo
Después de la calurosa bienvenida, José Luis nos informa de que tiene pensado preparar unas lentejas para la cena y nos pregunta si nos parece bien. "Nos parece genial" le contestamos y nos ofrecemos a echar una mano en lo que sea necesario. Este albergue, al igual que el de Grañón, funciona gracias al donativo de los peregrinos y en el se sirve la cena y el desayuno de manera colectiva con la participación activa de todos.

Me pongo a hacer la colada aprovechando que la tarde está soleada. De nuevo hemos vuelto a coincidir en el mismo albergue prácticamente los mismos que ayer: Ero, Luca, Pablo, Ingrid, un coreano y su madre, y yo.

Después de un rato de descanso y de charla amistosa con el resto de peregrinos, decidimos acercarnos antes de que se ponga el sol hasta la ermita de la Virgen de la Peña, que se encuentra excavada en la roca en un promontorio frente al pueblo. Cuando llegamos (vamos todos menos los coreanos) vemos que está cerrada, pero las vistas y el entorno hacen que haya merecido la pena el esfuerzo de subir hasta allí.

Ermita de la Virgen de la Peña
Volvemos al albergue cuando ya está cayendo la noche y el frío empieza a meterse en los huesos. Cuando llegamos nos cuidamos mucho de meter la ropa tendida dentro, ya que si la dejamos fuera nos la podemos encontrar congelada al día siguiente.

Ero, yo, Luca e Ingrid en la ermita
Cenamos las consabidas lentejas todos los peregrinos junto a los hospitaleros acompañadas de una agradable charla sobre el camino y su historia. Al parecer este albergue lleva ya funcionando así muchos años y José Luis es toda una institución en el Camino. Y debo decir que merece toda alabanza.

Tras la cena, después de ayudar a recoger y fregar los cacharros, nos invitan a participar de una oración de acción de gracias. Entramos a una especie de capilla que hay en el albergue y que se encuentra adornada con bellas frases escritas por peregrinos y gente del camino.

Poder disfrutar de esos momentos de reflexión y meditación durante el camino hacen que la experiencia del mismo sea mucho más enriquecedora. Es de agradecer que haya albergues y hospitaleros que te ayuden a sumergirte en tus pensamientos y a trascender más allá de lo terrenal y de las vivencias del día. Me parece importante resaltar que, aunque evidentemente esta reflexión y meditación en el contexto del Camino de Santiago tiene una base eminentemente cristiana, cada uno puede vivirla desde su experiencia personal y va más allá de una religión o manera de pensar concreta. De hecho, por la trascendencia de los momentos que uno vive en el camino, nadie suele sentirse herido ni obligado a participar de estas reflexiones y a casi todos ayuda y enriquece en su caminar por la vida.

Vistas desde la ermita
Como decía, entramos en la capilla. Leemos unos salmos y unas lecturas muy acordes al camino. Tras un rato de reflexión se nos invita a escribir un propósito o intención que nos sugiera nuestro peregrinar y aplicable en nuestra vida diaria. Posteriormente leemos "intenciones" o propósitos dejados por otros peregrinos en varios idiomas.

El ambiente que se crea en la sala es muy especial y al terminar me siento con una tremenda energía. Lleno de una especia de luz y con una enorme sensación de bienestar me voy a dormir. Antes, tomo nota de algunas de las frases que adornan las paredes del albergue:

La amistad que puede concluir, nunca fue verdadera

Si juzgas a la gente, no tienes tiempo para amarla

No camines delante de mi, no puedo seguirte
No camines detrás de mi, no puedo ser tu guía
Camina a mi lado y seré tu amigo.


                                                                - Continúa caminando en la etapa 11  -
                                                                           


1 comentario:

ero dijo...

Me acuerdo de los coreanos mirando "raro" las lentejas... pero comer las comieron, jeje.