11 octubre 2008

Etapa 2: Roncesvalles - Larrasoaña

27 de octubre de 2007

27,4 Km---- 5 horas y media por la mañana. Comida. 1 hora y media por la tarde

Todavía era de noche cuando Joan, Jorge y
yo abandonábamos el Albergue de Peregrinos de Roncesvalles. Aún no había signos de actividad en los pocos edificios que conforman este enclave pirenaico desde el que muchos peregrinos comienzan su andadura hacia Santiago, por lo que decidimos emprender nuestro segundo día de camino sin probar bocado y sumergidos en la oscuridad.


El sendero señalizado con flechas amarillas penetraba enseguida en los bosques de hayas característicos de la zona. Recuerdo con especial emoción esta primera hora de marcha llena de magia, acompañados por la luna llena que nos acariciaba a través de las hojas de los frondosos árboles que se erguían a nuestro alrededor y ayudados por una pequeña linterna que encendíamos cada poco tiempo para no tropezar con las raíces que se cruzaban en nuestro camino.



Con el esfuerzo del caminar el sudor aparecía reflejado en nuestro rostro, mientras asistíamos lentamente al gélido amanecer del pirineo. Con los ruidos y la escasez de luz vagos pensamientos de animales salvajes y Dios sabe que otro peligros venían a mi mente, pero curiosamente no sentía ningún miedo. Me sentía integrado en la naturaleza y si continuábamos nuestra marcha sin alterar el medio que nos rodeaba no había nada que temer.





En algo menos de una hora llegamos a Burguete, donde desayunamos unos cafés y unos bollos. Con el estómago lleno reanudamos nuestra marcha , disfrutando del caminar por hayedos y entre grandes helechos. La luz ya inundaba los campos y el sol trataba de mostrarse entre las nubes cuando ascendimos al alto de Merdiritz. Mis sensaciones en esos momentos eran muy buenas y notaba como poco a poco me iba distanciando de mis compañeros. Tras esperarles en los alto cerca de una lápida dedicada a la Virgen de Roncesvalles, descendimos hacia los siguientes pueblos, Biskarreta y Lintzoain. Al llegar al segundo nos topamos con el camión de la fruta, y aprovechamos para comprar unas mandarinas y unos platanos que se ofreció a cargar Jorge.



Mis compañeros Joan y Jorge tenían pensado terminar la etapa del día en Zubiri, completando de esa manera unos 22 kilólmetros. Al salir del pequeño pueblo les conté mi decisión de continuar ese día hasta Larrasoaña, unos 6 kilómetros más, para lo cual debía apretar un poco el paso si no quería llegar demasiado tarde. No sin cierto pesar me separé de ellos (momentaneamente) y afronté en soledad la ascensión al alto de Erro, donde conocí a Ero (jeje, parece un juego de palabras). A media subida alcancé al muchacho que había visto el día anterior sobrepasarnos en nuestra parada en Collado Lepoeder. Era un joven alto y delgado, aproximadamente de mi edad y que parecía que caminaba a un buen ritmo. Entablé conversación con él y descubrí su nombre y su procedencia, Canarias, así como su origen, Galicia. Durante el resto del día caminamos juntos.


Llegamos a Zubiri, donde paramos a comer. Las plantas de mis pies volvían a dolerme un montón, y aproveché la parada para darles un respiro, descalzándome y quedádome en chanclas para que se airearan durante la parada. Comimos un "menú de peregrino" en un restaurante, formado por macarrones a la bolognesa y unos pimientos rellenos muy ricos. Cuando nos disponíamos a atacar a los pimientos apareció Joan junto a dos mujeres vasca y se pusieron a comer en la mesa de al lado. Jorge, cansado, había decidido quedarse a reposar en el albergue.

Tras una pequeña pausa tras las comida, Ero y yo cruzamos el puente que nos volvía e introducir en el Camino, y que nos llevaria hasta Larrasoaña. Los 6 kilómetros que anduvimos se me hicieron larguísimos, y es que el dolor en la planta de los pies había vuelto al ponerme las botas y no sabía como mitigarlo.


Cuando llegamos a Larrasoaña, nos encontramos con la sorpresa de que Oh!, el albergue tenía abierta solamente su planta baja y estaban todas las camas ocupadas. El hospitalero volvería como en una hora y no sabíamos que pasaría con los cuatro peregrinos que de momentos estábamos sin cama. Al final abrieron la planta de arriba y nos alojaron en una pequeña habitación. Antes de eso, el "simpático" paisano que hacía las veces de hospitalero, nos sugirió dormir en el frontón, al aire libre, (recuerdo que era finales de octubre, que por las noches helaba y por la mañana la escarcha tardaba unas horas en desaparecer) para lo cual no teníamos el equipo necesario. Finalmente era solo una broma (menos mal) ytras el cabreo de Pablo con el señor por la bromita, nos pudimos instalar. Pablo era un joven suizo que venía caminando desde la puerta de su casa y llevaba caminando varios meses. Su origen era español ya que su madre es de La Rioja, y él hablaba perfectamente el español, el inglés, el alemán, el francés y el italiano. Es por esto que muchas veces nos ayudaba y hacía de interprete entre las diferentes nacionalidades que convivíamos a lo largo y ancho del camino.


Aparte de Pablo, allí estaban también varios de los peregrinos con los que habíamos coincido la noche anterior en Roncesvalles y en Saint Jean, como Luca o Kim. Enseguida anocheció, y como en el pueblo no había ni tiendas ni bares, varios peregrinos compartimos lo que llevábamos y cenamos unos macarrones con tomate y salchichas.

Durante esa noche, al ser el último sábado de octubre se produce el cambio de hora para adaptarnos al inviernos. Atrasamos nuestros relojes una hora, por lo que dormiremos una hora más y a partir de ahora amanecerá antes, pero también caerá la noche más temprano.



                                     - Continúa caminando en la etapa 3 -

3 comentarios:

Miguel dijo...

"Carallo" con la bromita del paisano-hospitalero. jajaja

Otro friki mas.

Un abrazo fuerte desde Vigo

Anónimo dijo...

pensar que a casi un año de esa salida todavia me pregunto como fue que llegue ahi, de paracaidista sin preparacion fisica pero bueno por suerte conoci gente que me aguanto y me hiso sentir mas que bien acompañado
desde mi argengtina querida te mando un abrazo
jorge sanchez
mar del plata
argentina
YO YEGO,me quede en el camino pero algun dia lo terminare

Anónimo dijo...

la broma del paisano, muy simpática. todavía recuerdo la gracia que le hizo a pablo.Este año si que hubiese sido una buena broma, el otro día salieron uno peregrimos en la TV en medio de una nevada, a ver si se atreve a decirles que duerman en el frontón.
Espero que sigas con el diario.
Este verano pase por logroño, león y hospital de orbigo, que recuerdos....
Saludos

ERO