24 diciembre 2014

Camino Vadiniense. Etapa 12: Gradefes - Puente Villarente

Jueves 19 de septiembre de 2013

22 Km   (6,30  horas, incluida 1 hora en monasterio)
Saliendo de Gradefes

En el albergue de Gradefes he vuelto a disfrutar de otra plácida noche en la que el silencio solamente se ha roto a primerísima hora de la mañana cuando los dos peregrinos que comparten conmigo albergue (que no habitación) se preparaban para irse, rompiendo un espejo y haciendo un ruido innecesario. Conseguí volver a conciliar el sueño hasta las 8 y cuarto, momento en el que decido levantarme. Me aseo en el baño que tengo en mi habitación y me desayuno los donuts comprados ayer regados con un gran vaso de leche.

Desvío a Casasola de Rueda
Hoy voy a pisar bastante alfalto
A las 9 y diez abandono el albergue, comenzando a caminar por la carretera en dirección a Cifuentes de Rueda. En un par de kilómetros las flechas me sacan de la carretera tomando una pista ancha que tras un par de bifurcaciones me vuelven a llevar a la carretera entrando ya en el primer pueblo de la jornada.

Reciclando en Casasola de Rueda
Por la ruta vadiniense voy
El día está bastante despejado y parece que hará calorcito. Salgo de Cifuentes y poco después tomo un desvío hacia Casasola de Rueda, atravesándolo rápidamente. Antes de llegar a Rueda del Almirante me desvío a mano izquierda por una pista asfaltada. Hoy es el día de los pueblos de Rueda.

Peregrino en sombra
Interior de San Miguel de la Escalada
Sigo este camino rural durante varios kilómetros hasta llegar a un cruce. Por la izquierda continúa el camino con San Miguel de la Escalada aquí mismo. A la derecha el monasterio del mismo nombre, a unos 500 metros, de visita obligatoria.
Mi mochila tras la puerta
Monasterio
A las 11 de la mañana llego al monasterio. He recorrido casi diez kilómetros en dos horas y se me han pasado volando. La entrada al monasterio cuesta 2€. El guarda que está allí me abre las dos partes, la mozárabe y la románica, y se vuelve a su garita.   

Bello monasteriio
Pórtico del monasterio
Me paseo por el interior del monasterio dejándome embriagar por la tranquilidad del lugar. Disfruto con los dos pequeños espacios solo para mí; hasta que unos minutos después llegan una pareja de turistas extranjeros, con los que en el guarda parece surgir un interés especial. Les hace un pequeño tour haciendo de guía y explicándoles algunas curiosidades, como el origen de columnas y capiteles, muchos de ellos tomados de Lancia o del Monasterio de Eslonza, hoy en ruinas.

Desvio hacia el monasterio
Se supone que estoy escalando....
Después de las explicaciones y las chanzas del guarda decido reemprender la marcha.

Ya es mediodía y el sol calienta con fuerza. En unos cinco minutos llego al pueblo de San Miguel de la Escalada, donde está el desvío en el que debo decidir si seguir hasta Mansilla de las Mulas o acortar para llegar a Puente Villarente por la denominada “Ruta Monumental”.

Cruce. Yo me voy por la ruta monumental.
Bicicleta macetero
Como tenía previsto, tomo la variante hacia Villarente pasando por las ruinas del Monasterio de Eslonza. De San Miguel de la Escalada salgo por una pista de tierra primero en ligero ascenso y luego más o menos llaneando. Son algo más de cuatro kilómetros hasta llegar a Santa Olaja de Eslonza, donde vuelvo a tomar contacto con la carretera LE-213.

Esa cruz de Santi
Caminando por la llanura leonesa
Un poco más adelante, a mano derecha, quedan las ruinas del Monasterio de San Pedro de Eslonza. El perímetro esta vallado, aunque desde fuera se puede ver algunos restos de los muros y algunos elementos del monasterio, pero la verdad es que está muy deteriorado.

Santa Olaja de Eslonza
Ruinas del monasterio de Eslonza
Continúo por la carretera y en una media hora llego a Villarmún. Es el momento de hacer una pequeña parada para tomarme una lata de coca cola y un poco de chocolate con almedras.

Cuando el reloj pasa de las dos de la tarde vuelvo a caminar por la carretera, dando mis últimos pasos ya por el Camino Vadiniense. Atravieso Palazuelo de Eslonza y en torno a las tres llego a Villafañe.

Viejo puente sobre el río Moro
Iglesia de Villarmún
En algún punto hay alguna flecha que te saca de la carretera a tomar caminos de tierra que pueden ser paralelos, pero teniendo ya tan cerca, el final de la etapa y con ganas de llegar prefiero seguir por el asfalto, donde también veo flechas de vez en cuando. De esta forma creo que al final hago algún metro más y por asfalto, pero ante la duda…

Bastón sobre gran tronco
Villafañé, ya casi en el camino francés
Salgo de Villafañe por la carretera, paso por debajo de un puente de una autopista, y enseguida tomo contacto con el río Porma. Recorro unos metros por una vía ciclista y llego al cruce con la carretera N-601, donde me incorporo a la gran vía que es el Camino Francés. Cruzo el puente sobre el río Porma que da nombre al pueblo en el que finalizo la etapa de hoy (Puente Villarente)

Tengo decidido pernoctar en el albergue privado San Pelayo, que queda a mano derecha de la carretera, saliendo unos metros por una calle paralela a la nacional.

Si cojo este desvío llego antes
Autovía del Camino de Santiago
Llego poco después de las tres y media. Me toman los datos, sello, pago los 8 euritos y me llevan a un cuarto lleno de literas en el que ya hay ocupadas más de la mitad. ¡Qué diferencia en comparación con los albergues en los que he pernoctado hasta hoy!

El albergue está muy bien. A pesar de que al final prácticamente se llenará (unas 52 personal), las instalaciones son más que correctas. Dispone de un patio interior en el que disfrutar del sol de septiembre que hoy pega con fuerza.
¿Andadero o vía ciclista?

Me instalo en mi litera, por suerte una de las de abajo. Voy a darme una ducha y ya limpito me voy a dar una vuelta por las inmediaciones y aprovecho para comprar una coca cola y unos kas naraja. Me vuelvo al albergue, que aún no he comido nada, y me tomo lo que me queda fuet con lo que me queda de pan, me bebo los refrescos y de postre unas gominolas. Yo y mi alimentación.

Y ya en el Camino Francés
Después aprovecho para descansar un poco. Charlo con algunos peregrinos chapurreando inglés y al rato me tumbo en la cama para ponerme a actualizar este diario. Cuando estoy en ello se acerca a mi una peregrina húngara, Agnes, que me pide que le ayude a escribir en castellano una nota de agradecimiento a la hospitalera. Resulta que hace un par de días cayó enferma y desde entonces ha permanecido en el albergue bajo su atento cuidado. Quiere agradecérselo, pero ella no sabe castellano y la hospitalera no entiende el inglés. Le echo una mano. Después de mis experiencias en este camino, quizá debiera dedicarme a labores de traducción…
Pequeño puente peatonal
Un poco después doy un nuevo paseo y me vuelvo pronto, ya que el albergue ofrece cena a las 19:00 por 10 €.

A la hora en punto suena una campaña llamándonos al comedor. Allí nos sientan en mesas de seis comensales y nos sirven una cena, que debo reconocer me sabe a gloria, compuesta por una gran ensalada mixta muy completita y un filete de lomo, todo acompañado de grandes dosis de vino con casera. Mis compañeros de mesa son una pareja irlandesa y un grupo de tres suizos de unos 60 años que vienen desde Saint Jean. Los suizos hablan italiano y durante la cena mantenemos una animada charla sobre el camino y los peregrinos.
Este albergue no me daba muy buena espina
La hospitalera, que es quien nos va sirviendo los platos, se pasea por las mesas charlando con los peregrinos y la verdad es que el ambiente que se respira es muy sanote y entrañable. Así pues, un 10 para este albergue. Es curioso que de los 56 peregrinos que finalmente llenamos el alojamiento, solo cuatro somos españoles. El resto son de múltiples nacionalidades.

Un montón de flechitas me conducen
Hay muchos ciclistas (hay un grupo polaco bastante numeroso) y entre ellos se encuentra Andoni, un muchacho de Lasarte que dormirá en una litera cercana a la mía y con el que charlo durante un buen rato antes de acostarnos sobre nuestras experiencias vividas en el transcurso de nuestras “peregrinaciones”.

Poco antes de las diez en punto apagan las luces y tras la “sugerencia” de silencio por parte de algún peregrino de manera algo airada (y eso que estamos charlando en voz bastante baja), decidimos acostarnos.

Y llego al albergue San Pelayo
Siempre he defendido el silencio y la tranquilidad a una hora prudente para el buen descanso del peregrino, pero también me incomodan los males modales a la hora de pedir silencio y que se haga de manera exagerada (y antes de la hora acordada). Supongo que tiene que ver con esa obsesión del “peregrino veraniego del camino francés” que exige airado silencio antes de las 10 de la noche, pero se levanta antes de las 5 de la mañana (a pesar de que amanezca a las 7) y a esa hora no tiene ningún reparo en hacer todo el ruido del mundo al colocar su mochila.
Cómodo jardincito del albergue

Pero bueno, poco después de las diez ya estoy durmiendo placidamente y curiosamente, en una habitación con 16 peregrinos, no se escuchan apenas ronquidos.

Ya solo me queda llegar mañana a León y poner punto final a esta aventura.

03 noviembre 2014

Camino Vadiniense. Etapa 11: Cistierna - Gradefes

Miércoles 18 de septiembre de 2013

24,1 Km   6  horas

Albergue de Cistierna: habitación
Mapa gigante del Camino Vadniense
Después de una plácida noche en una de las habitaciones dobles del acogedor Albergue de Cistierna, me levanto a las 8 de la mañana. Me aseo y gracias al microondas desayuno leche caliente y unos bollitos de chocolate comprados el día anterior.

Albergue de Cistierna
¿Qué camino seguir?
Tomo unas fotos del albergue. En una de sus paredes destaca el gran plano con “El Camino Vadiniense”. Después recojo mis cosas y salgo sobre las 8:50.

La salida de Cistierna por el camino no está del todo bien señalizada, pero a pesar de ello, pronto me encuentro caminando por los llanos que ahora se presentan ante mí. La montaña ya queda atrás y ahora solo me queda llanear junto a los ríos que recorren estas tierras.

Río Esla
Sigue la flecha
Primero sigo la carretera de salida del pueblo y luego giro a la derecha por caminos hasta llegar junto a la vía del tren. Alguna que otra flecha amarilla confirman el buen camino. Pronto las casas quedan atrás. Llego de nuevo a pisar asfalto junto a la denominada Cruz del Molino. Por esta carretera llego hasta el río Esla, que el camino cruza por el Puente del Mercadillo, donde un panel informa de su historia y de la etapa de hoy del camino vadiniense.

Cruz del Molino
Puente del Mercadillo
A partir de este punto las flechas amarillas sobre fondo azul que indican el camino se nos muestran bidireccionales.

El camino trascurre por caminos más o menos paralelos a la carretera, y que en algún que otro lugar se encuentran invadidos por la vegetación.
Camino entre árboles
Más señales
En torno a las 10:15 llego a la localidad de Modino, donde me cruzo con el camión del butano. Salgo del pueblo y por un camino de cemento llego al cementerio.

En este punto una flecha amarilla me invita a continuar por un camino de tierra bordeando el camposanto junto a su tapia derecha.

Butanooooooo
Llegando al cementerio
Llevo ya un rato con un dolor intenso en el empeine de mi pie izquierdo. Es un dolor nuevo para mi, y supone una molestia bastante incomoda para caminar.

El camino en algunas ocasiones cambia de dirección, lo que me lleva a pensar que caminar por la carretera haría la etapa más corta. Eso me recomiendan algunos paisanos con los que me cruzo, pero yo prefiero andar por caminos de tierra y no sobre el duro asfalto. Me da la impresión de que la ganancia en tiempo por la carretera no sería mucha.

La maleza inunda el camino
ATENCIÓN: ABEJAS
En un momento dado me encuentro con una zona llena de colmenas donde un cartel reza: “Atención Abejas”. El trecho que sigue a continuación está inundado por la maleza. Un poco después tres perros custodian con recelo unos cobertizos. Consigo sortearlos dando un pequeño rodeo.

Perro dormido frente a barracón
OJO: Vacas y más vacas
De nuevo en el camino, un pastor conduce un grupo bastante numeroso de vacas que me obligan a apartarme si no quiero ser aplastado.

Consigo superar indemne estos pequeños obstáculos que me pone la naturaleza y llego hasta la carretera que me conduce en unos metros hasta Santibáñez de Rueda.

Llego a Santibánez de Rueda
Flecha bidireccional
Poco antes de entrar en este pequeño pueblo un hombre me saluda desde sus tierras y me comenta que él acaba de volver de hacer el Camino Francés y que le ha encantado la experiencia. Me ofrece algún que otro producto de su huerta que rechazo amablemente.

Mi pie un poco hinchado
Campanario de Santibañez
Continúo hasta el centro del pueblo donde paro a descansar enfrente de la iglesia y junto a una gran fuente. Son las 11:30.

Me quito la bota izquierda y me aplico calmatel en mi pie dolorido. Lo tengo levemente hinchado.

Bebo y como algo de chocolate. En unos veinte minutos vuelvo a calzarme y retomo la marcha. Por unas pintadas en el asfalto veo que quedan unos 12 kilómetros hasta Gradefes.  

Mansilla a tiro de piedra
En Carbajal me cruzo con caminantes
Continúo caminando por caminos de tierra más o menos cercanos a la carretera y la verdad es que voy muy a gusto. Decir que esa carretera está muy poco transitada y que los tramos en los que toca caminar por ella no se hace muy penoso ya que no hay casi tráfico.

Tomo la pista de tierra
¿Cuanto queda? NueBe kms. Duele.
Unos cincuenta minutos después de reemprender la marcha llego a Carbajal de Rueda. Poco después una pintada en la carretera me deja en shock(!). Abandono de nuevo el asfalto para transitar por anchos caminos junto a un canal de agua.

Iglesia de Villacidayo
Canal que da frescor al caminante
A las 13:30 llego a Villacidayo en cuyo centro seis perros me reciben ladrando sin parar. Paso junto a la iglesia y decido descansar cinco minutos a la salida del pueblo. Me bebo un kas naranja que llevo en la mochila y continúo con la intención de llegar a mi destino lo antes posible.

Grandes pistas junto a arboleda
Saliendo de Villacidayo
Transito de nuevo por grandes pistas de tierra junto a campos de labranza. Cuando me quiero dar cuenta llego a una carretera un poco más ancha que sigo unos metros para entrar en Gradefes. Son poco más de las 14:30. Me dirijo al ayuntamiento para registrarme y conseguir las llaves del albergue. Este cuesta 5 € y se encuentra al final del pueblo.

Llegando a Gradefes
Cilindros de paja
Al parecer antes que yo han llegado dos peregrinos que se han llevado la llave. Por fortuna, la mujer de la limpieza, que se encuentra en el ayuntamiento en ese momento, dispone de otra llave y me la presta.

Gradefes es un municipio que incluye bajo su ayuntamiento a unas cuantas pedanías que se encuentran a su alrededor. Sus casas se disponen principalmente a lo largo de su calle principal por lo que es muy alargado. En él hay tres bares, pero no tienen menú para comer, por lo que decido ir a ducharme y tomar algo de mis provisiones.

La calle principal
El albergue de Gradefes
El albergue se encuentra en el extremo suroeste, en mi caso, a la salida del pueblo, en el primer piso de un edificio de fachada blanca y convenientemente señalizado con una gran concha amarilla y azul. Está todo muy nuevo.

Me instalo en una habitación en la que hay seis camas en tres literas. Tiene un baño en la misma habitación, donde me doy una buena ducha.

Monasterio de Sta. Mª la Real
Ya duchado me preparo una sopa de sobre y aprovechando que hay detergente y lavadora hago la colada.

Bajo a dar una vuelta, entrando a la pequeña joya que es el Monasterio de Santa Mª la Real del siglo XII. Construido en la transición del románico al gótico, fue el primer monasterio femenino del mundo en rodear su altar mayor con una girola.



Peregrino admirando el monasterio
Canecillos del monasterio
Cuando salgo del monasterio paso por un bar donde veo como España vence a Serbia pasando a Semifinales del Eurobasket y luego voy a comprar. Me hago con unos tallarines a la carbonara que me cenaré por la noche acompañados de pan y una copa de chocolate.

Girola rodeando el altar
Vuelvo al albergue. Mientras escucho el fútbol meriendo algo de fuet que llevaba aún en la mochila y me como unas pipas recostado en uno de los cómodos sofás del albergue.

Después me ceno los tallarines y charlo un poco con los dos peregrinos que también descansan en el albergue. Me cuentan que ya han concluido su peregrinación y que al día siguiente se van para Madrid. A mi mañana me toca llegar al camino francés.

Gradefes
La confluencia del Camino Vadiniense con el Camino Francés se produce, o bien en Mansilla de las Mulas, bien en Puente Villarente. En ambos casos el camino a seguir desde Gradefes lleva al peregrino hasta San Miguel de la Escalada, donde uno debe decidir si continuar por la Ruta por Mansilla o dirigirse a Puente Villarente por la llamada Ruta Monumental. El desvío se encuentra convenientemente señalizado.


Estoy solo en la habitación...
Mi intención es llegar mañana hasta Puente Villarente, para al día siguiente cubrir los poco más de diez kilómetros que separan esta localidad de León y una vez allí dar por concluida mi andadura por el Camino Vadiniense.

Pero eso ya formará parte del siguiente post.

Hoy, aquí en Gradefes, me voy a dormir en torno a las 22:30.