09 noviembre 2008

Etapa 3: Larrasoaña - Pamplona

28 de octubre de 2007

15,2 Km------Algo menos de 4 horas

Frio despertar en el pequeño pueblo navarro de Larrasoaña cuando al reloj aún le quedaban unos minutos para señalar las ocho de la mañana. Tras el pequeño aseo diario, la recogida del saco y de la mochila los peregrinos nos disponemos a partir un día más. Es domingo, y la jornada se nos presenta asequible. Solo nos separan 15 kilómetros de Pamplona, punto imprescindible de parada y primera gran ciudad del camino en el territorio español.

Al ser mi tercer día ya empiezo a notar los rigores del andar en mis maltrechos músculos. Parece mentira pero estos etapas que a priori aparecen como sencillas acaban convirtiéndose en verdaderos calvarios. En mi caso sería exagerar decir eso, pero es cierto que si que se me hizo más pesada que otras que hipotéticamente deberían serlo mucho más.

Ya que ni el albergue ni el pueblo daban opción a ello, salí sin desayunar con los primeras luces de la mañana. El día aparecía despejado y en los prados podía verse la escarcha caída durante la noche. Hacía frío, por lo que me pertreché adecuadamente con mis guantes, mi gorro y mi abrigo, de los que me despojaría en un rato al entrar en calor por el esfuerzo y por los primeros rayos de sol.

La primera parte del camino fue muy bonita, atravesando bosques de hayas y pinos decorados para la ocasión en tonos ocres, marrones y verdes que inundaban la vista. Iba solo, aunque varios compañeros como Ero, Pablo o Luca no andaban muy lejos. De hecho, iba disfrutando de la belleza del camino a través del bosque cuando me topé con Pablo tratando de hacerse una autofoto artística en medio del sendero, subido a una de las piedras que indican el camino y con los guantes en el suelo, entre él y la cámara. Finalmente le tiré yo la foto, y él me hizo otra a mi, y mientras tanto nos alcanzaron también Luca y Ero.

Reanudamos la marcha y enseguida Pablo y Luca pusieron tierra de por medio. Yo continué practimente el resto de la mañana caminando bastante cerca de Ero. Al poco rato llegamos a Zuriain, localidad sin servicios que sin embargo me proporcionó aquello que yo más necesitaba: una lata de Aquarius. Y es que hasta en los rincones más remotos del Camino, aparecida como por obra del apostol, siempre había una máquina de "Coca Cola" que te ayudaba a superar la posible deshidratación. Quizás no sea muy tradicional, ni muy peregrino, pero a mi el Aquarius en el Camino no hay quien me lo quite.

Tras este momento anuncio llegamos irremediablemente a Villaba, cuna del enorme pentacampeón del Tour de Francia Miguel Indurain, a la que llegamos por el puente medieval de Trinidad de Arre. Nos costó un poquito, pero finalmente encontramos un lugar Ero y yo para desayunar, y así, con el estomago lleno acercarnos por el camino de Burlada y a través del puente románico a Pamplona, meta de nuestra jornada.

Buscando el albergue nos dirigimos hacia el convento de las Madres Adoratrices, donde nos informaron de la reciente inauguración por parte del ayuntamiento del nuevo refugio de peregrinos en la iglesia de Jesús y María. Llegamos allí poco antes de las 12 del mediodía. Como no abría hasta la 1, fuimos a la catedral a escuchar la Misa de 12.

Cuando llegamos al albergue nos encontramos con unas novísimas instalaciones y todo casi sin estrenar. Albergue muy cómodo y bien atendido. Lavamos ropa en la lavadora y, teniendo toda la tarde libre por delante, se me ocurrió preguntar por el partido que esa tarde se jugaba en el Reyno de Navarra, y allí nos fuimos Ero y yo a ver el encuentro que disputaban Osasuna y Valladolid y que terminaría con el resultado de 2 a 2.

Ir al fútbol en Pamplona es algo que nunca había pensado que haría durante el Camino de Santiago, pero oye, en el camino uno está abierto a todo, y se terció así. Antes del partido dimos una vuelta por el centro de la ciudad y por la ciudadela, admirando este gran espacio al aire libre del que pueden disfrutar los pamplonicas.

Por la noche, antes de ir a dormir al albergue, me daría también un paseo en soledad por un lugar que llaman el Rincón del Caballo Blanco. Un balcón/mirador en lo alto de la muralla desde donde se puede contemplar buena parte de la comarca de Pamplona. A las 9 de la noche de un domingo de octubre era este un lugar muy solitario desde el que el peregrino puede paladear las experiencias que en solo unos pocos días ya ha ido acumulando y a su vez deleitarse con una gran vista de los campos que uno poco a poco va atravesando en su caminar. Recuerdo este momento en este lugar como uno de tantos de singular espiritualidad en mi camino. En mi cabeza también rugían pensamienton en torno a la etapa del día siguiente, que me llevaría hasta Puente la Reina tras coronar el Alto del Perdón, otra de la "metas volantes" importantes que jalonaban mi camino.

Con esas sensaciones y pensamientos y algo de frío volví al albergue para descansar y afrontar los retos que el Camino quisiera ponerme en mi peregrinar.

Pero ya sería mañana...



- Continúa caminando en la etapa 4 -




Otras fotos de la jornada:


Un balcón de Larrasoaña--------La iglesia de Larrasoaña------Ganado pastando en la escarcha de la mañana

El frío amanecer del campo---Caminando por el mágico bosque de hayas, a través de sendas misteriosas...

A través del bosque llegamos hasta el pequeño pueblo llamado Irotz, con poca población

Y después llegamos hasta el puente de Trinidad de Arre, y pasamos Villava y Burlada.


Y finalmente llegamos al puente medieval por el que el camino entra en Pamplona, donde vemos su ayuntamiento y la ciudadela.

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