24 febrero 2014

El Camino Lebaniego. Etapa 1: Santander - Requejada

Domingo, 8 de septiembre de 2013

26 km (aprox) 5 horas

Saliendo de Santander
Durante toda la noche no ha dejado de llover, pero el pronóstico del tiempo dice que en el transcurso de la jornada la situación mejorará y que por la tarde saldrá el sol. Mi idea para hoy es llegar hasta el nuevo albergue de Requejada y desde allí, una vez duchado e instalado, bajar caminando hasta Barreda donde tomaré un bus que me llevará hasta la playa de Suances (si el tiempo acompaña).


Entrando en PeñaCastillo
Me levanto antes de las 7 de la mañana. En el albergue ya hay movimiento. Como amanece prontito, veo que la mayor parte de los peregrinos que me acompañan también madruga. Me aseo, guardo el saco y preparo mi mochila. El ritual matutino del peregrino es ya algo que tiene para mi cierto aire de rutina, aunque sea el primer día de una nueva peregrinación. Por si la lluvia hace acto de presencia me visto con las mallas, más cómodas si luego tengo que usar el pantalón chubasquero.
Peñacastillo

Cojo todas mis cosas y bajo al comedor, dejando la mochila y el bastón fuera. El desayuno consiste en café con leche y tostadas. Comparto mesa con prácticamente los mismos comensales que por la noche y  a las 7:15 cargo la mochila sobre mis hombros y comienzo a caminar por las calles de Santander.

Está amaneciendo y amenaza lluvia. Dejo la capital cantabra a través de las calles por las que me conducen las placas diseminadas por el suelo donde coinciden una vieira y una cruz roja, símbolos del camino de Santiago la primera y del Camino Lebaniego la segunda. También me ayudan las ya clásicas flechas amarillas. Después de algo menos de una hora, dejo Santander para entrar en Peñacastillo siempre caminando sobre el asfalto.

Señales
Campiña cántabra
Paso junto a unas vías del tren y antes de llegar a Santa Cruz de Bezana me encuentro con los primeros peregrinos, un grupo de jóvenes extranjeros a los que adelanto mientras ellos realizan una parada técnica. Pronto adelanto también a una pareja de alemanes con los que voy coincidiendo durante un rato hasta que llego a Boo de Piélagos. A la entrada de este municipio se puede observar una urbanización de pareados que parece que la crisis del ladrillo ha dejado a medio construir, una mole horrible que afea un bonito y sugerente paisaje teñido de verde.

Boom inmobiliario
Más señales
Para ser el primer día me encuentro muy bien de fuerzas, y a pesar de llevar caminando más de dos horas y media en casi todo momento sobre el asfalto decido aplazar la parada un poquito más. 

Peregrino en el espejo
En este punto llega el primer “atajo” de la jornada. El camino se topa con el río Pas y el puente peatonal más cercano nos haría dar un rodeo que suponen 10 kilómetros hasta llegar a Mogro, al otro lado del río. El camino está señalizado por esta ruta, pasando por Arce (una gran vuelta). Pero existe un puente de ferrocarril que comunica directamente Boo de Piélagos con Mogro y que acorta la distancia entre ambas poblaciones mas de 5 kilómetros. En el puente se pueden ver paneles prohibiendo el paso, pero al parecer es utilizado habitualmente por lugareños y peregrinos para cruzar caminando. Una opción más legal y segura es tomar el tren FEVE que pasa cada hora y une ambas poblaciones en menos de cinco minutos.

Senda-desvío hacia el puente
Puente "prohibido"
Mi intención es cruzar caminando, aunque si veo que es demasiado peligroso volveré atrás y ya decidiré si tomo el tren o doy el rodeo. En un punto en que el camino va junto a la vía del tren se puede observar la senda que sale de la pista “oficial” y continua junto a los raíles en dirección al río.

Mochila y bastón descansando
El paso por este tramo es algo incomodo ya que se debe caminar sobre los cantos que configuran la vía del tren. En poco tiempo se llega al puente metálico. El espacio que hay a ambos lados entre la barandilla y las vías es bastante amplio y, siendo prudente, no parece ofrecer mucho peligro. El puente es corto y de un vistazo se debe comprobar que no viene ningún tren. En menos de un minuto se puede llegar al otro lado y cinco minutos más tarde te encuentras en la estación de FEVE de Mogro. Si tomas el tren en Boo de Pielagos en menos de cinco minutos llegas igualmente a la estación de Mogro. En este lugar realizo la primera parada del día.

Hoy camino casi siempre sobre asfalto
Quince minutos después reanudo la marcha. Son las 10:30 y gracias al puente del ferrocarril ya me queda bastante poco para llegar a Requejada. En una media hora paso por el pueblo de Mogro y media hora después tomo el segundo atajo de la jornada. Tras llegar a un punto desde el cual se disfruta de una preciosa vista de la ría de Suances, el camino continúa, siempre por asfalto, hasta llegar a un cruce. Las flechas amarillas nos dirigen a Cudón girando a mano derecha. Según he leído, si sigo de frente en dirección Barcena de Cudón acortaré al menos un par de kilómetros y no me perderé nada especial. Decido, pues, tomar este segundo atajo. En una media hora alcanzo la población de Mar teniendo siempre frente a mi una gran chimenea industrial, y vuelvo a ver flechas amarillas.
La ría de Suances

Paso junto al albergue del Regato de las Anguilas que al parecer está cerrado y a las 12:30 llego al albergue Clara Campoamor de Requejada, dedicado a esta gran mujer del siglo XX impulsora del sufragio femenino.

Me acerco al bar el Puerto, que se encuentra frente al albergue y lo gestiona, y allí me inscribo y pago los 5 € que cuesta. La verdad es que este alojamiento está muy bien. Han abierto en mayo de este año y todo está muy nuevo. Tiene solo doce plazas y al parecer ya se han inscrito un par de peregrinos. Elijo cama y bajo a las duchas.
Cabras en el camino
Aquí seguir de frente: atajo.

Después del baño reparador me preparo para irme a la playa de Suances. Parece que se están abriendo claros y que el sol tiene ganas de asomarse. Antes de salir me encuentro con Karl, peregrino alemán que ha llegado en bus porque tiene una sobrecarga en la rodilla. Su novia Sara continúa caminando y él la va esperando en los albergues con la esperanza de mejorar de su lesión y poder continuar con su camino. Recuerdo haberle visto la noche anterior en el albergue de Santander.
Siempre en dirección a la chimenea

Le dejo en el albergue y ataviado con mi ropa de playa me dirijo caminando durante unos dos kilómetros junto al complejo industrial farmacéutico Solvay hasta donde, según he leído, pasa un autobús que viene de Torrelavega y me llevará hasta Suances.
Voy siguiendo las flechas del camino por la Avenida Solvay. Giro a la derecha para salvar por un puente las vías del tren. Unos metros más adelante debe estar la parada del bus, aunque no veo ninguna señal. Llega un hombre mayor al que pregunto por el bus. Me confirma que para allí y que está a punto de pasar. Cuando llega, nos sentamos juntos en el autobús y charlamos animadamente en el corto trayecto que nos lleva hasta Suances. Siempre es un placer charlar con los lugareños de los pueblos por los que caminas. Él se baja en el pueblo y yo continuo hasta la parada de la playa.
El albergue de Clara Campoamor

Durante el pasado puente de agosto tuve la suerte de disfrutar de toda esta zona en una escapada veraniega. Por lo tanto reconozco la zona donde me deja el bus. Me acerco a la playa de la Concha y paseo por ella unos minutos. El hambre aprieta después de la caminata matutina por lo que me acerco hasta un bar en el que recuerdo que ponían sartenes de huevos con patatas y chorizo y cosas del género y me doy un pequeño festín mientras aprovecho para ver un poco el Gran Premio de Monza de Fórmula 1. Como acostumbra este año, Sebastián Vettel vuelve a ganar y Alonso queda segundo.

Playa de la Concha en Suances
Playa de los Locos
Tras un cafelito, me dirijo de nuevo a la playa con la intención de subir hacia la otra gran playa de Suances, la Playa de los Locos. Está playa es mucho más salvaje y su gran oleaje la hace predilecta de los amantes del surf. Por suerte ha quedado una tarde bien soleada, lo que me hace disfrutar de una apacible tarde de playita, con un par de bañitos incluidos.

Estatua de los vientos
 junto a la Playa de los Locos
Un día de mar tranquila
En torno a las 6 vuelvo a la zona de la otra playa donde voy a degustar mi segundo helado Regma de la peregrinación. Hay bastante gente y debo esperar un rato. Hay otra heladería justo al lado en la que no hay nadie. Eso dice mucho de la fama y el éxito de estos helados. Tengo algo de prisa, pero me da el tiempo justo para tomarme mi maravilloso helado mientras paseo hasta la parada y coger el autobús de vuelta. Después de un día con tanto trajín, decido seguir en el bus hasta Torrelavega y desde allí tomar el FEVE hasta la estación de Requejada, a unos 5 minutillos andando del albergue.

Pescador en el acantilado
Cuando llego me encuentro con que el albergue está lleno. Hay cinco españoles (con los que coincidí al llegar a Santander ayer) y siete alemanes, aparte de mi. Los alemanes están en el porche del albergue comiendo, bebiendo y charlando, y los españoles en el bar. Yo me siento a tomarme algo de fuet con Anna, la muchacha alemana que conocí ayer en Santander, con Karl, el alemán lesionado y su novia Sara. Después me paso por el bar a tomar una cervecita con los españoles y en un rato me voy a dormir, que el día ha sido largo y muy bien aprovechado.

Surferos en la cresta de la ola



20 febrero 2014

El Camino Lebaniego. Etapa 0: MADRID-SANTANDER (tren)

Etapa 0:  Madrid – Santander (tren)

Sábado, 7 de septiembre de 2013

En esta mañana del sábado 7 de septiembre salgo de mi casa con mi mochila y mi bastón camino de la estación de Chamartín. Me despido de mi chica al pie del andén y una vez más me encuentro camino de una nueva aventura peregrina. Es ya mi octavo camino. Mi idea es aprovechar los primeros días por el camino de la costa para disfrutar algo de la playa e ir aclimatándome al caminar diario. En esta ocasión no he tenido casi tiempo de entrenar, y mi preparación se ha visto reducida a un par de largas caminatas por Madrid de unas 4 horas cada una.
Estación de tren de Santander

Por desgracia, las predicciones metereológicas en principio son adversas y dan lluvia y tiempo inestable para los próximos días. Ya veremos…

El tren sale de Chamartín a las 8:30 y tiene prevista su llegada a Santander a las 12:48. Durante el viaje disfruto con el paisaje y con la agradable sensación de volver a sumergirme en una experiencia que me apasiona. En cuanto nos vamos acercando a la cordillera cantábrica el sol deja paso a las nubes y comienzan los chubascos.

Santander me recibe con el cielo encapotado amenazando lluvia. Al salir de la estación me dirijo sin vacilar al albergue de peregrinos Santos Mártires. Está cerca de la estación. Tras subir una cuesta y avanzar unos metros por la calle Rúa Mayor llego hasta su puerta. Entro y hay cola para registrarse, ya que acaban de abrir. Hay un grupo de españoles de cincuenta y tantos años y algunos extranjeros. En unos diez minutos me toca. El precio son 10 € con desayuno y 15 € con cena. Elijo la opción más económica. Me asignan una litera y en ella me instalo.

Entrada del Albergue de Peregrinos de los Santos Mártires
El albergue se encuentra en un piso. Hay una gran habitación llena de literas y baños separados para mujeres y hombres. Es cierto que las literas están algo apelotonadas, pero eso aumenta su capacidad, algo de agradecer en una gran ciudad como Santander. Los baños son algo pequeños, pero suficientes. He leído en internet muchas quejas sobre este albergue, pero a mi particularmente no me parece tan deficiente. Es cierto que podía estar mucho mejor, pero tiene los servicios básicos, las camas son cómodas y el desayuno (café con leche y tostadas con mantequilla y mermelada) es abundante. Supongo que cuando se llena del todo debe ser algo agobiante, pero es lo que hay. El hospitalero estuvo correcto. Le pregunté si tenían la credencial especial del Camino Lebaniego, pero su respuesta fue negativa. Usaré la clásica que he conseguido en la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Madrid.

Catedral de Santander
Como decía, mi idea era disfrutar de la ciudad y de su playa durante este primer día, estando como estamos en septiembre. Por desgracia, hoy ha llegado una borrasca a la península y cuando salgo a la calle para dar una vuelta está diluviando, lo que me hace desistir de mi intención de dar un gran paseo hasta la playa del Sardinero. Como ya se acerca la hora de la comida me dirijo al restaurante de la estación del FEVE, donde recuerdo que en anteriores visitas a la capital cántabra comí bien y barato.

Al salir de la estación después de un buen yantar llueve con ganas. Intento dar un paseo para bajar la comida, pero tanta agua es un agobio, por lo que vuelvo al albergue, donde pasaré casi toda la tarde algo aburrido, leyendo las “guías” que llevo del camino y las diferentes alternativas que se me van a plantear. Han llegado más peregrinos y la verdad es que en la zona donde está mi litera el olor a tigre es bestial. Como el albergue está medio vacío y parece que no se va a llenar pienso en cambiarme de litera más tarde

A media tarde salgo a tomar un helado Regma. ¡¡¡Cómo me gustan estos helados!!! Como sigue lloviendo me lo tomo dentro del mercado del Este que está cubierto. Las Heladerías Regma solo las encuentras en Cantabria y Asturias. Hacen unos helados estupendos en cuanto a tamaño, sabor, textura y precio.
Imagen del tiempo estupendo que me recibe en Santander

Tras saborear el helado vuelvo al albergue. Veo que sigue habiendo mucho sitio libre y procedo al cambio de mis bártulos a otra litera en un lugar de la sala menos ocupado y sin tan malos olores. Tal y como está el tiempo no me apetece ni salir a cenar, por lo que doy cuenta de parte de la barra de fuet que he comprado por la tarde.

Durante la cena charlo con Anna, una alemana que esta recorriendo el camino del Norte desde Irún, y después me junto al grupo de españoles que también está cenando en el comedor que hay a la entrada del albergue y que solo abren para las cenas y los desayunos. A eso de las 10 me voy a dormir con la noticia de que Madrid es la primera descalificada para organizar los juegos olímpicos de 2020, que al final serán en Tokio. Tal y como está el patio en nuestro país, no me extraña que nadie nos elija para celebrar nada.

Mañana comienzo a caminar. ¡Vivaaa!

18 febrero 2014

EL CAMINO LEBANIEGO - VADINIENSE: PRÓLOGO


Señal con la cruz lebaniega y la vieira o estrella jacobea
Por segunda vez este año 2013 me embarco en la aventura de recorrer a pie unos cuantos kilómetros por las sendas y senderos que conforman los múltiples caminos de peregrinación de este país. Después de caminar en mayo desde León hasta Oviedo por el Camino del Salvador, ahora le toca el turno a otro camino (o caminos) también bastante desconocido, pero de nuevo montañoso y muy bello en todos los sentidos. El 7 de septiembre tomaré un tren hasta Santander para desde allí comenzar al día siguiente el conocido como Camino Lebaniego, que conduce hasta el monasterio de Santo Toribio de Liébana, en un paraje singular de los Picos de Europa, a pocos kilómetros de Potes. Después continuaré hasta León por el llamado Camino Vadiniense, nombre que recuerda a los pobladores de estas tierras en época prerromana.

Desvío a Santo Toribio desde Potes con Picos al fondo
En los últimos años esta ruta de peregrinación cántabra ha sido revitalizada con su señalización y la creación de varios albergues municipales, sobre todo gracias a la celebración de último año jubilar Lebaniego en 2006. Y es que este monasterio, que alberga las mayores reliquias del Lignum Crucis (restos de madera de la cruz en la que los romanos crucificaron a Jesucristo) que se conocen, comparte el privilegio de ser considerado lugar Santo para la Cristiandad  junto a Roma, Jerusalén y  Santiago. Por ello, cada año que la festividad de Santo Toribio (16 de abril) cae en domingo se celebra un nuevo año jubilar Lebaniego. El próximo será en 2017.

El camino Lebaniego si comienzas en Santander comparte la primera parte del recorrido con el camino del Norte, pasando por Santillana del Mar y Comillas. Unos kilómetros después de San Vicente de la Barquera, ambos caminos se separan, distinguiéndose en su señalización el Lebaniego por las marcas con una cruz roja y las flechas rojas que orientan su recorrido. Aquí el camino se aleja de la costa y se dirige hacia el sur buscando las formaciones montañosas de los Picos de Europa,  llegando hasta el pueblo de Potes, centro de la comarca de Liébana, y al monasterio de Santo Toribio.
En la Horcada de Valcavao con nubes fantasmagóricas

A partir del monasterio, vuelven las flechas amarillas y la tradicional señalización jacobea que, a pesar de ser algo escasa en muchos tramos, nos conduce hasta León pasando por Fuente Dé, Portilla de la Reina, Riaño, Cistierna y Gradefes. En esta tercera parte podemos encontrar albergues en algunas localidades, y otras tendremos que recurrir a otro tipo de alojamientos como refugios de montaña o pensiones, casas rurales u hoteles.

Serán, según mi plan inicial, 13 o 14 etapas para cubrir los más de 350 kilómetros que separan Santander de León, agrupadas en tres bloques:

1º: Coincidente con El Camino del Norte entre Santander y San Vicente de la Barquera, cuatro etapas (pueden ser tres) "relajadas" en las que me propongo disfrutar un poco de las playas e irme aclimatando al caminar diario.

Espectacular vista desde el Refugio de Riaño
2º. Camino Lebaniego propiamente dicho, partiendo de San Vicente de la Barquera, con sus flechas rojas, su llegada a Potes y su visita al Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Según la variante a tomar para salvar el desfiladero de la Hermida pueden ser dos o tres etapas en las que la montaña comenzará a hacer acto de presencia.

3º. Camino Vadiniense, entre Potes y León salvando los Picos de Europa por la Horcada de Valcavao, la Senda de Remoña y el puerto de Pandetrave. Dejamos Cantabria y nos adentramos en León. Son unas seis etapas hasta enlazar con el Camino Francés en Puente Villarente, y una etapa más para alcanzar la capital de la provincia.

En fin, espero encontrarme con una ruta espectacular llena de contrastes: playa-montaña, sol-lluvia, soledad-multitudes, calor-frío... Una delicia.

Comenzamos...