31 octubre 2013

El Camino del Salvador: Etapa 3.- Poladura de la Tercia - Pajares

Viernes 3 de mayo de 2013

14,4 km  10 horas. (3 horas para comer)

Un bello día en la montaña
Amanece un fresco y luminoso día. La noche ha sido muy fría, pero gracias a mi saco he sobrevivido. Me levanto y noto que mi oído derecho continúa algo taponado. Tengo algo de resfriado y las bajas temperaturas no es que ayuden mucho. Caliento la leche, que me tomo junto a unas galletas príncipe, y tras ponerme las lentillas, salgo a la calle.

El cielo está despejadísimo. Junto a la entrada del albergue veo a dos personas que hoy nos acompañaran en la travesía montañera. Son amigos de Ender que han quedado con Ray y Rosa para acompañarnos a todos y servirnos de guía. Yo desconocía esto y sin esperar a nadie, cuando el reloj señala las diez menos cuarto, comienzo la dura y bella etapa.

Enseguida aparecen la nieve, el barro y las flechas
El día anterior ya nos habían comentado que hoy
encontraríamos tramos con mucha nieve. Por suerte hace un día espléndido y totalmente despejado. Salgo de Poladura por una carretera y en menos de 5 minutos las señales me sacan de la misma para coger una pequeña senda por una pradera herbosa en ascenso. El agua y el barro se presentan como la tónica general en esta primera parte de la etapa. Pronto se les une la nieve. Siempre hacia arriba, debo saltar una alambrada y, siguiendo las flechas amarillas y conchas en las estacas me adentro en la montaña.

Pendiente nevada para llegar a la cruz
En poco más de media hora, me sitúo en el collado de los Eros desde el que ya diviso la Cruz del Salvador, cruz que Ender colocó en el alto de los Romeros con la ayuda de varios compañeros, entre ellos, el que hoy nos acompaña. Sigo por la parte alta de una colina para llegar a una pequeña explanada  en la que el camino gira a la izquierda y acomete la subida al alto de los Romeros. Este paso esta totalmente cubierto de nieve y desde abajo parece bastante inclinado.

Me armo de valor y con tranquilidad inicio el ascenso. La nieve está a tramos blanda y a tramos dura y cuando llego a la parte final, hay un tramo con una fuerte pendiente que sería difícil de superar si no fuera por las profundas huellas que hay en la nieve. Subo sin problemas y una vez junto a la cruz, contemplo las extraordinarias vistas que se contemplan desde este lugar.

En la Cruz del Salvador con todos
Me acomodo entre las rocas tomando un kitkat y un poco de agua mientras espero al resto de peregrinos. Enseguida aparecen en lontananza todos en fila, capitaneados por Josines. En menos de quince minutos están junto a mi y nos hacemos los fotos de rigor y es cuando me entero que Josines había venido para echarnos una mano a realizar la etapa y acompañarnos. Muy maja esta gente del Camino del Salvador.

A las 11:30 continuamos con nuestra ascensión, salvando en unos veinte minutos el kilómetro que nos separa del punto más alto del Camino del Salvador, el Collado del Canto de la Tusa (1568 metrots). Los primeros suben más o menos por el camino, que esta nevado.
Tramo de bajada con rocas marcadas
Yo decido atajar por una pequeña vaguada para luego subir por la vertiente opuesta de la montaña, en principio con menos nieve. Me siguen Jon, Ray, Rosa y Josines. Todos llegamos al siguiente colladito y allí vemos que viene un montañero por nuestra izquierda siguiendo las cumbres de la montaña. Cuando se acerca a nosotros descubrimos que es Dani, que ha salido desde Viadangos de Arbas confiando encontrar el camino y hasta que no se ha encontrado con nosotros no lo ha tenido del todo claro.

Fuerte subida muy nevada
En unos minutos más de subida llegamos al Collado. Dani (Ironman) decide seguir por la línea de cumbres y subir hasta el pico que tenemos a nuestra derecha para disfrutar de las vistas. Al fondo se ve el pueblo de Busdongo, en una estampa invernal (aunque la nieve clarea en algunos puntos). Girando a la izquierda iniciamos el descenso. El sendero no está muy claro con toda la nieve que hay, pero las innumerables estacas de hierro con motivos peregrinos nos ayudan a dar con una pista de tierra que nos llevaría a Busdongo, pero la abandonamos al poco tiempo para tomar otra pista cubierta totalmente de nieve que en fuerte ascenso sale a nuestra izquierda. En este momento voy acompañado por Paco, Jon, Segis y el amigo de Josines.
Dani desciende al trote
El resto se han quedado algo rezagados. Cuando llegamos al último alto a pesar del sol hace bastante frío, ya que sopla un viento gélido, por lo que comienzo velozmente el descenso para no perder el calor corporal provocado por el esfuerzo de la subida. La bajada es dura porque hay mucha nieve y esta se hunde a nuestro paso, haciendo de cada pisada un gran esfuerzo. Cuando comenzamos a bajar nos pasa Dani corriendo. Dice que así baja mejor. Él es menudo y pesa poco, por lo que al bajar corriendo no se hunde. Segis, con sus pies en carne viva empieza a dar síntomas de estar fastidiado y Joan comienza a sentir sus pies congelados. Recuerdo que lleva unas zapatillas y prácticamente durante toda la etapa de hoy nuestros pies han ido sumergidos en la nieve. Mis botas, a pesar de su goretex, también terminarán caladas y noto algo de frío, así que no me quiero ni imaginar como irá él.
Jon y sus vaqueros en la nieve

Tras realizar una breve parada, me destaco un poco de los demás junto al amigo de Josines. Cruzamos un pequeño riachuelo y, viendo ya la carretera al fondo, continuamos con el descenso.
En este tramo hay zonas en las que la nieve tiene más de medio metro de profundidad, y más de una vez cede ante mi peso y me encuentro con la pierna hundida casi del todo. Tardamos casi hora y media en llegar hasta Arbás del Puerto desde el último collado, hora y media que se hacen muy pesadas.
La colegiata de Arbás del Puerto
Cuando ya estamos prácticamente sobre Arbás del Puerto y su colegiata, Jon y Paco cogen un atajo y van hacia la derecha. Yo, junto al amigo de Josines, sigo por lo que parece el camino y bajando por una corta y fuerte pendiente nevada llegamos a la carretera a unos metros del Mesón Quico y de la colegiata de Arbás. Por suerte, el mesón está abierto y la colegiata también. Son las 2 de la tarde. Entro a la colegiata. Al salir veo a Jon cambiándose las zapatillas. Me cuenta que al coger el atajo han tenido que cruzar un pequeño riachuelo y ha estado a punto de caer al agua. Por suerte, Paco ha estado rápido y le ha agarrado.

A pesar del goretex, yo también tengo caladas las botas, por lo que decido cambiarme los calcetines y ponerme un rato las zapatillas. En el mesón esperamos a que vayan llegando nuestros compañeros. Dani se toma algo para picar y en un rato proseguirá el camino. Los demás decidimos quedarnos a comer en el mesón y darnos un homenaje.

Llegamos a Asturias!!!
Nos pasan a un saloncito muy acogedor con la chimenea encendida. Dejamos botas y calcetines cerca del fuego para que se sequen. Una vez estamos allí todos, nos sentamos y disfrutamos de una suculenta comida. Yo tomo unas fabes con marisco de primero y huevos con patatas y picadillo de segundo, todo ello regado con un buen vinito tinto. Y de postre, un abundante arroz con leche. Nos lo tomamos con calma y diez minutos antes de las cinco, tras una tranquila sobremesa y una nueva visita a la colegiata de Arbás, nos disponemos a continuar con la etapa. Nos calzamos de nuevo las botas, que siguen algo mojadas y subimos los 500 metros que nos separan del Puerto de Pajares por la carretera. La última parte el camino es imposible de seguir, ya que está muy nevado y la primera parte del descenso esta impracticable y muy peligrosa con tanta nieve.
Paisaje invernal impresionante

En lo alto del puerto hay unas vistas espectaculares. La nieve en las cumbres domina el paisaje y va desapareciendo a medida que descendemos la mirada. Entramos en Asturias. 

Ahora nos toca afrontar la dura bajada. Al volver a caminar,  Segis se ha sentido indispuesto. Le va a costar mucho terminar la etapa. Tiene los pies fatal y la nieve no ayuda.

Bajamos un primer trecho por el arcén de la peligrosa carretera nacional. En aproximadamente un kilómetro nos topamos con el camino que viene por la derecha, cruza la carretera y continua por la izquierda. Aquí ya lo cogemos.
Descenso algo resbaladizo
Se podría bajar hasta Pajares por la carretera, pero no es nada recomendable. Y no solo por la evidente incomodidad de ir por el asfalto, sino por la extrema peligrosidad que conllevar caminar por el minúsculo arcén de una carretera muy frecuentada por coches, camiones y motos que toman las curvas muy cerradas.

En la vertiginosa senda de bajada hay mucha nieve y avanzamos lentamente. Hay tramos en los que la nieve y el barro nos juegan malas pasadas. Hay que extremar la precaución para no caerse. Pronto llegamos al desvío que nos propone ir directamente a San Miguel del Río sin pasar por Pajares. Nosotros vamos hacia la derecha al albergue de Pajares. Durante una hora de bonito descenso pasamos unas cuantas zonas embarradas y un riachuelo, que cruzamos con precaución y ayudándonos los unos a los otros. 
El barro y la nieve dificultan el paso

Llegamos a una zona de praderas donde ya hay menos nieve. Nos hacemos unas fotos y continuamos. La bajada es pronunciada. Es unos veinte minutos más llegamos a un camino que tomaremos hacia nuestra derecha. Durante la bajada nos hemos vuelto a separar. Aquí los más avanzados esperamos al resto. Los últimos que vienen son Jon y Segis, que aguanta a duras penas.

Ya en un camino de tierra 
Una vez en el camino, el andar es más cómodo. Hay zonas de sendero encharcado, pero el descenso ya no es tan continuo. Sobre las 19:15 avistamos el pueblo de Pajares y en quince minutos más llegamos al fin de nuestra etapa. El descenso ha sido duro, pero las vistas son preciosas. Al llegar al albergue nos recibe Dani, que ha llegado hace rato, y el otro peregrino que estaba la primera noche en el albergue de la Robla. Es calvete, y cuando me acerco a él y le veo bien, me llevo la sorpresa de reconocer en él a Eduardo, un peregrino con el que compartí algunas etapas en el camino Sanabrés de 2011. Me cuenta que ha venido por la ruta de invierno, que viene desde Buiza por la carretera pasando por Villamanín.
Peregrinos en camino

El albergue es acogedor, aunque está recién pintado y las paredes huelen un poco a pintura. La hospitalera viene y nos registra. Es muy maja y simpática. Nos comenta que el bar del pueblo esta abierto y que allí podremos tomar algo para cenar. En el salón hay máquinas de café y de bebidas. Charlando con unos y otros, Dani se da cuenta de que ha perdido su chaqueta en la cumbre en la que se sentó un rato antes de llegar al collado del Canto de la Tusa. Era casi nueva y se marcha a ver si la encuentra, a pesar de que ya está casi anocheciendo.
Y el pueblo de Pajares se divisa a nuestro alcance

A Segis le han traído en coche el último tramo. Le viene a ver el médico y le recomienda reposo mínimo un día. Está hecho polvo. Me parece que  los pies en carne viva y un corte de digestión han podido terminar con su peregrinación por esta vez. Una pena, pero más vale una retirada a tiempo.

Subimos al bar a tomar unas sidras Jon, Paco y yo. Mis compis se toman unos bocadillos. Luego vendrán también Edu y Dani, que ha tenido suerte y ha recuperado su chaqueta. Le han ayudado a llegar allí unos paisanos del bar, que le han llevado y traído en coche. Terminamos las sidras naturales y nos vamos a dormir, que la etapa ha sido dura y nos merecemos un buen descanso.


(Muy pronto más fotos de la jornada)


23 octubre 2013

El Camino del Salvador: Etapa 2.- La Robla - Poladura de la Tercia

Jueves, 2 de mayo de 2013

23,6 Km 6 horas 40 minutos

Albergue de La Robla
Me levanto en torno a las 7:30, recojo el saco, me aseo y me dirijo al centro del pueblo a desayunar. Ayer fui el último en llegar y hoy soy el primero en salir. Tras tomar un café y unos sobaos al increible precio de 1,20 € vuelvo a coger la calle que lleva hasta el albergue y salgo de La Robla a las 8:45 por la carretera, pasando bajo un curioso acueducto. En unos minutos me encuentro con Segisfredo, que lleva los pies destrozados. Ha cometido la temeridad de comenzar el camino estrenando botas, pero aún así continúa caminando. A nosotros se une Jon en una encrucijada no muy bien señalizada a la salida de Puente de Alba Decidimos continuar por el camino asfaltado que sale a la derecha y que tras pasar por debajo de las vias del tren nos lleva hasta la Ermita del Buen Suceso. Cruzando la carretera hay un restaurante donde Jon para a almorzar un pincho de tortilla (por lo visto la especialidad del bar son los huevos) y Segis se queda descansando.

Cerca de Nocedo de Gordón
Yo continuo caminando, y tras cruzar por un puente el Rio Bernesga y pasar por un paso a nivel, llego a Nocedo de Gordón, pequeña población sin servicios. Tomo un camino que sale a mano derecha. Paso bajo un gran viaducto y me acerco a las inconclusas obras del Ave. El camino coquetea en este punto con las obras que actualmente se encuentran paralizadas. Tras una pequeña subida ya se vislumbra La Pola de Gordón. Vuelvo a salvar las vias del tren por un subterráneo y el río Bernesga por un puente y entro en La Pola. Antes de entrar en la población realizo una pequeña parada técnica. En la Pola busco un super para comprar algo de comer, ya que en Poladura de la Tercia, donde termina la etapa de hoy, al parecer no hay ni donde comer ni donde comprar. De momento el tiempo es agradable (fresco), aunque hay bastantes nubes.

Madridismo en la Pola de Gorgón
Mientras estoy en la tienda veo pasar calle arriba a Segis. Tras la compra y sin parar a descansar reanudo la marcha. En un bar me encuentro con un curioso escudo heráldico (ah, no, que es del Madrid). Al salir de La Pola tomo un camino a la izquierda que me lleva a la orilla del río, donde hay una especie de pequeño acueducto de hormigón. Paso bajo un puente de hierro del tren y por un pequeño polígono llego hasta Beberino, donde se vende miel en un pequeño local de la Asociación de Amigos de Beberino.

Junto al río Bernesga
Venta de miel en Beberino
Tras atravesar este largo pueblo sigo por la carretera, por donde no circula casi ningún vehículo, a excepción de un par de enormes camiones que me pegan un pequeño susto. En diez minutos desde Beberino tomo el desvío hacia Buiza por una carretera a mano derecha. El paisaje es totalmente montañoso. A ambos lados se pueden ver picos en los que al parecer es común la escalada y donde hay vías equipadas para la práctica de este deporte. Hay paneles informativos de la ya mencionada asociación Cuatro Valles (en este caso, Escuela de Escalada Cuatro Valles).

Zona de escalada
Piscolabis en Buiza
Subiendo un largo tramo por esta solitaria carretera llego hasta Buiza poco antes de las 12. A la entrada del pueblo me recibe su albergue. En su "jardín" paro a descansar y a tomar un merecido kitkat, un poco de lomo con pan y aquarius. Cuando voy a reanudar la marcha llegan Jon y Segis. Mientras charlo un poco con ellos pasa Paco que inexplicablemente ni nos ve y sigue su camino. Enseguida vuelvo al camino y antes de salir del pueblo le vuelvo a ver junto a una fuente. Me dice que no nos ha visto y que buscaba un lugar donde tomar algo (creo que no va a tener la suerte de encontrarlo). Le dejo en la fuente y emprendo la última parte de la etapa: el ascenso al Alto de las Forcadas de San Antón.
Comienza la nieve en el camino

En esas piedras yo veo a San Antón
Antes de salir el pueblo se llega al desvío donde uno debe decidir si seguir el itinerario "oficial" o la variante por Villasimpliz, aconsejada para el invierno y jornadas con duras condiciones metereológicas. Esta encrucijado se encuentra perfectamente señalizada en la iglesia de Buiza. Yo tomo el camino oficial, hacia la izquierda. Enseguida tomo un camino bien señalizado que me llevará después de varios giros hacia lo alto de la montaña. El tiempo empieza a ser más desapacible y se acerca (o mejor dicho, yo, al subir, me acerco a) la niebla. En los márgenes del camino hay restos de las copiosas nieves caídas este invierno. La temperatura digamos que es fresquita. Hay varios cruces, todos ellos bien señalizados con las maderas del Camino del Salvador o con flechas amarillas (que también señalan Rodiezmo como punto de destino). En unos minutos gano altura rápidamente y echando la vista atrás contemplo Buiza en la lejanía.

La ruta se va haciendo cada vez más agreste y montañosa. Los restos de nieve crecen y la niebla cada vez se acerca más. El sendero recorre un bello paraje, siempre en ascenso, salpicado por curiosas formaciones rocosas. Con este clima tan húmedo los cristales de mis gafas se empañan y más tarde se empapan (siempre me olvido de ponerme las lentillas en las etapas en las que más lo necesito). Hay varias partes del camino que están totalmente encharcadas. Por culpa de la niebla, no se ven las cumbres, pero le da al paisaje un tono mágico. En una hora más o menos desde Buiza llego al Alto y luego a un collado. Desde allí oteo las magníficas vista del Valle de la Tercia todo él salpicado con las motas blancas de la nieve.

En lo alto del Alto
Comienzo la bajada siguiendo el ancho camino. Como sigue habiendo bastante nieve a los lados, me entretengo dejando mensajes de ánimo al resto de peregrinos que vienen tras de mi. Al rato de iniciar la bajada hay que tener cuidado de no confundir el camino. Cuando llegamos a una primera caseta a unos 15 minutos del collado debemos continuar por nuestro camino, por la derecha (está bien señalizado). Diez minutos después, tras descender entre bosquecillos de pinos, la pista hace una gran curva a la derecha y hay otra caseta. Allí debemos abandonar esta pista que nos conduciría hasta Rodiezmo, tomando un pequeño sendero a mano izquierda que en ligero ascenso nos llevará por la ladera de la montaña por un sinuoso camino con magníficas vistas del valle (también bien señalizado).
Segunda caseta en la que hay que abandonar el camino principal

Sendero escarpado y Rodiezmo al fodo.
En pocos minutos al fondo veremos Rodiezmo, que quedará a nuestra derecha y finalmente detrás de nosotros, ya que nuestro destino son las grandes montañas que tenemos enfrente y que en este día estan medio ocultas por la niebla. El camino en este punto continúa por grandes superficies herbosas, ahora medio cubiertas por la nieve. Doy gracias a las estacas con conchas o flechas amarillas puestas por el amigo Ender, porque más de una vez me confirman el buen camino y me orientan para no perderme. Las praderas encharcadas y el barro toman protagonismo en esta parte final del camino, así como la nieve en algunos puntos. Hay que cruzar algún que otro cercado levemente electrificado, pero con cuidado se pueden evitar las descargas.

El camino por praderas verdiblancas
Algo menos de una hora después del último desvío, veo un pequeño pueblo que parece Poladura, pero no, es San Martín de Tercia, que queda a la derecha. Cruzo una pista que me llevaría hasta él, y sigo durante unos 15 minutos hasta que llego a una bajada algo resbaladiza por el barro. Frente a mi, ahora sí, está Poladura de la Tercia. Pero para llegar hay que cruzar el arroyo de Lamoso, con bastante corriente en estos tiempos de deshielo. De nuevo debo dar gracias a Ender y amigos porque unos meses antes han construido un puente de madera que hacen posible cruzar este arroyo sin mojarse.

Señales peregrinas
Cruzado el curso de agua, llego al pequeño pueblo. Enseguida llego a las antiguas escuelas que es donde se encuentra el albergue. Me encuentro merodeando por allí cuando desde una ventana alguien me grita que ya me envían al "chaval" para que me abra. Poladura de la Tercia es una pequeña aldea dependiente de Villamanín en la que  no hay más servicios que el albergue y la Casa Rural El Embrujo, donde solo dan de cenar si reservas con más de un día de antelación.

Enseguida llega Solís, uno de los compañeros de Ender que le ha ayudado en varios de sus esfuerzos por mejorar este maravilloso camino. Me muestra el modesto albergue. A pesar de sus carencias, es de agradecer que al menos se tenga la posibilidad de dormir en esta aldea y poder acortar así la dura etapa de la subida al puerto de Pajares.

En el fondo del valle de la Tercia
Cuando entramos al albergue llega Paco. Pensando en el frío que podemos pasar por la noche y siguiendo las recomendaciones de Solís, nos acomodamos en la habitación orientada al sur. El albergue tiene unas 8/10 plazas distribuidas en tres pequeños dormitorios y un par de sofás en el estrecho saloncito. También tiene una exigua cocina eléctrica. El agua caliente dura lo justo para poder darse una ducha rápida. Vamos, que el albergue tiene todo lo necesario para un peregrino aguerrido y curtido en mil batallas.
Charlando con Solís, que hace de hospitalero estos días, hablamos del crudo invierno vivido este año. Me muestra unas fotos impresionantes, con la nieve cubriendo las casas casi completamente o con los taludes de nieve junto a la carretera tras pasar la máquina quitanieves, formando prácticamente un túnel.

Puente de madera casero sobre el arroyo Lamoso
En un rato llegan Jon y Segis. Ver llegar a Jon al albergue con sus pantalones vaqueros empapados y sus “tenis” totalmente caladas es el claro ejemplo de lo que un peregrino debe evitar en el camino. El pobre no pensaba que esta ruta fuera tan montañosa y tuviera tanta nieve. La verdad es que nos echamos unas risas metiéndonos con su “equipación”. Por  otro lado, Segis, con sus pies destrozados, ha conseguido culminar esta segunda etapa. Un verdadero luchador.

Llegan también las dos chicas, que al ver las condiciones del albergue y tras realizar unas llamadas deciden continuar hasta una casa rural en Viadangos de Arbás, a unos 2 kilómetros.

Tras la ducha me preparo mis tallarines a la carbonara de sobre. En el albergue hay tres calefactores eléctricos. Cuando enchufamos los tres salta el automático, por lo que no podemos ponerlos todos a la vez. Definitivamente, parece que por la noche vamos a pasar frío. Mientras saboreo mi plato de pasta llegan también Ray y Rosa, entusiasmados con la etapa y con las preciosas localizaciones visitadas en el día.

Peregrinos: Paco, Rosa, Ray, Ender, Yo, Segis y Jon
A media tarde, cuando empieza a apretar el frío, bajamos a la Casa Rural el Embrujo. El único afortunado que podrá degustar sus viandas es Jon, que llamó el día anterior para reservar la cena. Los demás nos tendremos que contentar con beber algo y pasar la tarde allí dentro bien calentitos. Tenemos una charla animada con la dueña del establecimiento, con la que Paco se “pica” un poco al no conseguir que nos diera algo de cenar. A última hora aparecen por allí Ray y Rosa con Ender, que al parecer les ha estado enseñando los alrededores. Estamos charlando cuando entra en escena un nuevo peregrino, Dani, otro madrileño que hoy viene desde Cabanillas. En poco tiempo le bautizo como Ironman. Es un gran caminante. Todavía no ha pasado por el albergue. Cuando le contamos las condiciones del mismo y que no hay donde cenar, decide probar suerte en la casa rural a 2 kilómetros. La dueña de la posada le proporciona el teléfono y tiene suerte. En 15 minutos le vienen a buscar y le darán de cenar.

Tras ver como Jon se pone las botas cenando, nos vamos todos a nuestro gélido refugio nocturno. En la posada hemos comprado unos bricks de leche, y antes de acostarme me tomo un buen vaso de leche calentita. Al ir a dormir tenemos unos pequeños problemas con la luz y el automático (queremos encender las calefacciones y claro… ). Definitivamente, esta noche pasaremos mucho frío.

Más fotos de la etapa:

   
  El frescor de la mañana                                     Bajo el acueducto                               Jon y Segis ante la encrucijada

                Ermita del Buen Suceso                           El peregrino en la mañana                           Señalética del Camino 

             Uy! esta foto está repe                    Como se rompa el bastón...                          Obras interminables del AVE

  
 Entrada a La Pola de Gordón                            Vista de la Pola de Gordón                       Sigue haciendo fresquito


En la Pola, después de la compra                              Bajo las vías del tren                            El largo pueblo de Beberino


            Cascadas en el río                                       Desvío a Buiza                                       Otras zonas de escalada

              Llegando a Buiza                      Entrada en Buiza y albergue de Peregrinos con nombre original

  
         En Buiza y Paco al fondo               Iglesia de Buiza, donde debes elegir: ruta oficial o carretera

  
 Camino del Salvador y camino de Rodiezmo     Nieve y agua, presentes             El cielo encapotado y las montañas

  
 Señales y cintas que cortan el paso       Echando la vista atrás: Buiza                     La flecha señala el único camino

  
Subiendo a las Forcadas de San Antón   Curiosas formaciones rocosas         Caminando por una especie de calzada

  
 Llegando a las alturas, el agua y la nieve toman gran protagonismo                      Foto después de llegar al Alto
  
 Bajando hacia el valle de la Tercia      Las laderas mantienen algo de nieve      La primera caseta. No tomar el desvío

  
Bajando por el camino rodeado de pinos   Este desvío sí, con muñeco de nieve        Camino bello y escarpado

  
       Saludos a los peregrinos que vendrán    Camino escarpado y Rodiezmo al fondo bajo la niebla

  
   Zona de nieves      Siguiendo en la nieve las huellas misteriosas. ¿Serán del Abominable Hombre de las Nieves?

   
              El bonito descenso siguiendo las señales amarillas. Gracias a ellas, la nieve no impide el paso.

  
  Señales coronadas con la concha                San Martín de la Tercia                        Señales con las clásicas flechas

  
     La flecha señala el camino                         Este pueblo no es el destino final            Una zona muy nevada

  
   Señal de madera algo sucia               Camino que conduce a San Martín          Puente de madera sobre el arroyo

  
     Entrando en Poladura de la Tercia      Casa Rural El Embrujo               Albergue de Poladura en las antiguas escuelas