27,3 km. Casi 9 horas (incluyendo comida y visita a Sto Domingo de la Calzada)
Saliendo de Nájera |
Con este brío comienzo la última etapa por tierras riojanas. El camino se inicia hoy con una pequeña ascensión con la que abandonamos Nájera por la calle Costanilla. A media subida sobrepaso a un conocido peregrino, Míguel, que lleva un ritmo más pausado que el mío, con el que más adelante me volveré a encontrar.
Rollo Jurisdiccional |
Después de caminar durante una hora y medía algo más de cinco kilómetros por la llanura riojana llego a Azofra, localidad que atraviesa el camino por su calle Mayor.
Tras una corta parada continúo mi camino. Nada más salir de Azofra me fijo en una pequeña columna de piedra rematada con un capitel que resulta ser un Rollo Jurisdiccional levantado en el siglo XVI.
Imágenes peregrinas |
¿Qué pinta esto aquí? |
Esta localidad debe su nombre a un tal Domingo, habitante de estas tierras allá por el siglo XI, quien se convirtió en uno de los grandes benefactores y promotores del camino en su época. Se le llamó "de la Calzada" porque dedicó su vida a abrir veredas y facilitar el paso de los peregrinos por esta zona, así como a fundar hospitales e iglesias y fomentar la atención y auxilio al peregrino. Sobre su tumba se construiría la catedral que hoy luce en esta localidad, con cabecera románica y con dos bellas fachadas, una románica y otra renacentista, bóveda gótica sobre tres naves y coronada por un campanario barroco.
Entro en Santo Domingo poco antes de las dos. La mayor parte de las guías recomiendan que se este el final de la etapa. Yo tengo decidido continuar seis kilómetros más hasta Grañón, último pueblo riojano del camino, donde existe un pequeño y modesto albergue parroquial.
Torre de la Catedral de Sto. Domingo |
Sin peso sobre los hombros, me dirijo a la catedral. Admiro su fachada y pretendo pasar a su interior, pero veo que hay una celebración (una boda). Me llama la atención que en una parte dentro de la iglesia hay un pequeño corralito donde hay un gallo y una gallina vivos, que de hecho, durante la celebración cacarean un par de veces. (algo escuché de que eso daba buena suerte a los novios...)
Resulta que esto es así porque rememora el milagro más popular atribuido al santo de la Calzada:
Canecillo de la Catedral |
En el siglo XIV, un matrimonio y su hijo peregrinaban desde Alemania hacia Santiago. Deciden hacer noche en una posada de Santo Domingo. Una joven que atiende la posada se enamora del hijo, pero no es correspondida por él. Ofendida por su rechazo, decide vengarse colocando una copa de plata en su zurrón acusándolo posteriormente de robo.
El muchacho es juzgado y encontrado culpable, por lo que es condenado a la horca. A los padres solo les queda rezar a Santiago. Cuando se acercan al cuerpo de su hijo ahorcado para despedirse, este les habla y les dice que sigue vivo por la gracia del Santo.
La pareja alemana corre a comunicar la noticia al corregidor, que se encuentra en esos momentos dando cuenta de una suculenta cena a base de aves de corral. Se ríe de ellos y les dice "Vuestro hijo está tan vivo como este gallo y esta gallina que me estoy comiendo". Acto seguido, la gallina se levantó y se puso a cacarear, y así hizo bueno el refrán: "Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada".
Tras la visita rápida a la catedral (debido a la celebración solo pude asomarme un poco al final), doy una pequeña vuelta por el pueblo y me voy a comer un menú del peregrino.
Presenciando el día de fiesta |
Abandono, pues, Santo Domingo, y me dispongo a recorrer los seis kilómetros que me separan de Grañon. Cae la tarde y el sol, que finalmente se ha impuesto en lo alto del cielo, comienza a descender frente a mi, marcándome el camino a seguir.
Cruz de los Valientes |
Tres kilómetros más y ya vislumbro en lontananza la silueta de Grañón con el campanario de su iglesia despuntando entre el resto de pequeñas edificaciones.
Resulta ser esta una pequeña localidad con los servicios justos y necesarios para atender las necesidades básicas del peregrino. Me acerco a la iglesia, ya que tengo entendido que allí está el albergue, y resulta ser una especie de edificación anexo al tempo, estando las dependencias del mismo entre el campanario y la parte alta del templo. El emplazamiento es curioso, pero lo realmente significante es el espíritu de acogida cristiana que desprende.
Ero caminando hacia el infinito |
Se duerme en un espacio un poco más alto que el comedor, en una tarima de madera donde extienden una serie de colchonetas. Llama la atención un cofre abierto que hay en la entrada con la leyenda "deja lo que puedas o toma lo que necesites", donde, según la filosofía del albergue, cada peregrino puede dejar la voluntad o bien tomar lo que necesite, de manera que los hospitaleros y otros peregrinos puedan aprovechar aquello que a unos les sobra y a otros tanto les falta. La gestión y la atmósfera que desprende este lugar es diferente a tantos otros albergues que ya he visitado. El ambiente es peculiar, pero termina por ser entrañable. Enseguida me doy cuenta de que estaré acompañado por mis ya viejos conocidos Luca, Ingrid, Pablo y Ero, además de una pareja de koreanos.
Llegando a Grañon |
José Luis. López Vázquez |
Llega la noche y Luca, que ha ido a coger leña, enciende la chimenea. Entre todos preparamos la comida, con un poco de ensalada y pasta, regada por vino y refrescos. Cuando estamos charlando animadamente sobre el camino y nuestras motivaciones, aparecen una pareja de estonios que vienen en moto haciendo el camino. Traen algo más de vino y se unen a la conversación.
Después de la cena realizamos una pequeña oración por los peregrinos en un ambiente muy recogido y muy íntimo. Es uno de esos momentos excepcionales que no pueden ser descritos por palabras, pero que te llegan a lo más hondo de tu alma.
Luca atizando el fuego |
Cena comunitaria en el albergue de Grañón |
- Continúa caminando en la etapa 10 -
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