Jueves, 12 de septiembre de 2013
28,7 km
pasando por Quintanilla de Lamasón. Directamente serían 27,5 km.
8 horas (incluye 1 hora de comida en Quintanilla de Lamasón)
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Vistas desde el albergue al amanecer |
Después de cuatro días por caminos frecuentados por varios
peregrinos, hoy empieza la aventura en solitario, ya que no espero encontrar
muchos compañeros por los caminos que llevan a la comarca de Liébana ni por los
que posteriormente atraviesan los Picos de Europa en busca de León.
Toca cambiar el chip. Ahora empieza la parte más dura de la
aventura, y también la más bonita. Estos cuatro días me han servido para coger
forma y disfrutar de la compañía de otros peregrinos, así como de la
hospitalidad en los albergues. Porque a pesar de lo comentado en la etapa
anterior sobre lo vivido en el albergue El Galeón de San Vicente de la Barquera, toda
experiencia es enriquecedora e incluso me llevo un buen sabor de boca del
lugar.
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Con Anne saliendo del albergue |
Creo que en el camino, como en la vida, todos hacemos lo que
podemos y con nuestros actos transmitimos lo que vivimos y lo que sentimos. Y
eso es lo que yo pretendo hacer con este diario sin pretensiones: transmitir la
experiencia vivida desde los ojos de un peregrino que ya lleva muchos
kilómetros en sus piernas, pero no por ellos pierde la ilusión e ingenuidad, y
que continúa buscando la autenticidad, la libertad y a sí mismo por los caminos
de estas rutas maravillosas que recorren la península.
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San Vicente queda atrás |
Y después de divagar unas líneas, comienza un nuevo día en el Camino
Lebaniego. A las 7 de la mañana es servido el desayuno en el albergue, por lo
que la intención es levantarse en torno a las 6:30. Minutos antes media
habitación está despierta gracias a los ronquidos de varios peregrinos.
Seguramente voy a echar de menos estos sonoros despertares los próximos días. Me
incorporo ante la imposibilidad de volver a conciliar el sueño. Veo que Anne
también está despierta y me comenta que sigue escuchando los penetrantes
ronquidos a pesar de llevar los cascos puestos. Y es que en el camino hay
roncadores profesionales. Las chicas de Castellón se despiertan como si nada.
Son previsoras y llevan tapones.
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Señales del Camino Lebaniego |
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Caminando en romería |
Me aseo y voy recogiendo mis cosas. En torno a la hora
estipulada voy a desayunar. Nuevamente nos encontramos allí todos los
peregrinos y damos buena cuenta de la leche, las tostadas y las galletas que
nos sirven. Me alimento bien, que la jornada de hoy será larga. Recogemos los
cacharros y vamos a prepararnos para comenzar a caminar.
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San Vicente, el mar, la ría y el puente |
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Peregrinos |
Por suerte ha amanecido un día muy luminoso. Saliendo de San Vicente vamos casi en romería. Pasan pocos minutos de
las ocho y enseguida subimos un par de cuestas que nos hacen entrar en calor.
Pasamos bajo la autopista y continuamos subiendo, lo que nos lleva a poder
contemplar una gran vista de la ría y del puente de
la Maza a nuestras espaldas.
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El desvío. Adiós peregrinos! |
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Tramo "cubierto" |
Pasamos
La
Acebosa, donde veo los primeros paneles del Camino Lebaniego
propiamente dicho. Marcan
54
kilómetros a Santo Toribio. Queda poco para el desvío
que me separará del resto de peregrinos. Voy charlando un rato con Anne hasta
que aparecen las primeras flechas rojas. El desvío está bien señalizado. Está
en el Hortigal, a la altura de una propiedad
en la que un perro te recibe ladrando detrás de la verja que delimita la
casa que protege. Hay un par de flechas rojas y una señal de madera con dos
paneles. En uno señala hacía Santiago. En el otro hacía Santo Toribio de
Liébana, del que distan
51
kilómetros.
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El camino casi siempre por asfalto |
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Flechas rojas casi borradas |
Me despido de las compañeras que me han acompañado los dos
últimos días y que han contribuido a que mejore (o al menos recuerde) algo de
inglés. Espero que el camino les sonría y puedan seguir disfrutando de cada una
de las etapas que les quedan. Como suele pasar en estas situaciones, siento
algo de pena al descubrirme de nuevo solo ante el camino. Es el pan nuestro de
cada día del peregrino. Los compañeros de fatigas van y vienen, y nunca sabes
lo que te deparará el destino.
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¡Hola! |
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Entrando en Gandarilla |
El camino continúa en constante subida Voy por carreteras secundarias rodeadas de
verdes prados en los que pasta tranquilamente el ganado. Paso por alguna
pequeña población totalmente desprovista de servicios como Gandarilla. Las
flechas coloradas que guían mis pasos escasean, pero las pocas que hay son las
justas y necesarias. En algún punto tengo que adivinar la existencia pretérita de
la flecha, hoy simplemente un ligero vestigio marrón. Esto me ocurre en un punto
donde el camino que llevo desemboca en otra carretera y dudo si seguir a
izquierda o derecha. Sigo hacia la izquierda y pronto otra flecha me confirma
que he elegido correctamente.
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Me adentro en las montañas |
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¡Vaya cornamenta! |
Después de más de una hora desde el desvío llego hasta el
Alto de
la Rejoya,
donde ya pierdo de vista el mar a mi espalda y las montañas adquieren un gran
protagonismo en el paisaje que se muestra ante mis ojos.
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Será por señales... |
Con sorpresa observo como un peregrino viene detrás de mí.
Camina a gran velocidad y me va ganando terreno rápidamente. Me pasa poco antes
de llegar al alto. Pensaba que no encontraría a nadie en este camino. Es un
muchacho extranjero con buen tono físico al que pasaré al rato mientras realiza una parada. Yo continúo y al poco de empezar el descenso llego al
desvío que conduce a Bielva. Como hay una parada de autobús techada con banquito
me paro a tomar un kit kat y algo de agua. Mi misterioso acompañante vuelve a
pasarme y continuaré viéndolo delante de mi durante un buen rato.
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Río Nansa y embalse de Palombera |
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Ferrería medieval de Cades |
Son ya las 12 de la mañana cuando reanudo la marcha. Estoy
ya en el municipio de Herrerías. En poco más de un kilómetro paso por Puente
del Arrudo, cruzando el río Nansa. Tomo la carretera CA-856 hacia Sobrelapeña
llegando en
500 metros
a Cades, donde se encuentra una ferrería medieval que se puede visitar. Lo dejo
para mejor ocasión, ya que pretendo llega a comer tranquilamente a Quintanilla
y no me quiero demorar.
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Peregrino "cachas" |
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Valles y montañas |
A partir de aquí el camino continúa por la misma carretera
solitaria, generalmente ascendente, siguiendo el curso del río Nansa que luego
pasa a denominarse Lamasón. Paso por algunos desfiladeros y lugares hermosos en
los que disfrutar de unas vistas espectaculares.
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Alguien ha perdido algo |
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¡Vive la aventura! |
Llego hasta Venta Fresnedo
donde realizo un breve descanso para continuar caminando unos cuarenta minutos
más hasta el cruce con la carretera CA-282, donde las flechas rojas nos dan la
opción de continuar a la derecha directamente hacia
Lafuente (donde está el
albergue) o girar a la izquierda para pasar antes por Quintanilla de Lamasón.Justo antes de llegar al cruce veo al peregrino “cachas” que me ha pasado un par de veces. Está parado en el cruce mirando la señalización del camino. De pronto se da la vuelta y desandando sus pasos se dirige hacía mí.
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Río Lamasón |
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Un pequeño desfiladero |
Veo en su rostro un gesto de contrariedad. Al llegar a mi altura me
pregunta sobre el destino de este camino, diciéndome que él quería llegar a Llanes y se ha confundido. Yo le explico que se ha desviado un “ poquito”. Realmente ha
recorrido
20
kilómetros de más en dirección errónea. Si retrocede
hasta el punto en el que se equivocó habrá recorrido unos 40 kilómetros extra a los que añadir los casi
40
kilómetros de la etapa del Camino del Norte que él
pensaba realizar entre San Vicente de
la Barquera y Llanes. Una burrada incluso para los "ironmen" que gustan de hacer etapas de más de
40 kilómetros día sí y día también.
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Bifurcación |
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Mi compa ante su tragedia |
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¡Los coches no paran, amigo! |
Mientras se aleja de mí observo como trata de parar un coche que pasa haciendo autostop. No le paran y se enfada. Supongo que lo
tendrá difícil. En las casi cinco horas que han pasado desde que tomé el desvío
del Camino del Norte al Camino Lebaniego he debido cruzarme con menos de diez
vehículos. Espero que tenga suerte y consiga llegar a su destino.
A mi me queda solamente un kilómetro para llegar a
Quintanilla y poder almorzar.
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Voy cruzando el río |
Giro pues a la izquierda y por un puente cruzo sobre el río
Lamasón. Por una carretera en leve ascenso voy dejando a la derecha la iglesia de Sobrelapeña que domina el paisaje desde lo alto de un cerro. Enormes montañas configuran el
paisaje a mi alrededor. Enseguida llego hasta el pueblo. Justo antes de entrar
hay una carreterita que surge a mano derecha por la que está señalizado el
camino.
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Iglesia de Sobrelapeña |
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¡¡¡¡¡¡A comer!!!!!! |
Al entrar en Quintanilla veo que, aunque pequeño, el pueblo
tiene algunos servicios. Paso junto a unas obras en la calle central y llego a
Casa Miguel, donde ayer llamé para avisar de mi llegada de manera que tuvieran previsto darme de comer. Subo al comedor y allí disfruto de un par de platos de rica sopa de primer plato y carne de segundo. No hay nadie más comiendo allí. Recuerdo que se me ha
olvidado comprar algo de pan para la cena y aprovecho los restos de lo que me
han puesto en la comida. ¡Hay que aprovecharlo todo!
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Ascendiendo por el valle |
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Iglesia de Sobrelapeña |
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Oquedades en la montaña |
Una hora después de haber llegado a Quintanilla y con el buche lleno,
reemprendo la marcha con tranquilidad en dirección al fin de la etapa. Desde
aquí solamente me queda subir
3 kilómetros hasta Lafuente de Lamasón, donde
se encuentra el albergue de peregrinos.
Pasan veinte minutos de las tres y hace un sol de justicia,
por lo que me tomo este último tramo con mucha calma. Paso por Sobrelapeña y
vuelvo a enlazar con el “camino principal”. Vuelvo a maravillarme con los
hermosos y grandiosos bloques montañosos de la Sierra de Arria que conforman
este bello paraje del valle del Nansa.
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Iglesia de Santa Juliana |
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Dos posibilidades para mañana |
A las cuatro de la tarde me recibe finalmente la pequeña
iglesia románica de Santa Juliana en Lafuente. A la izquierda una estrecha y
larga calle con casas a ambos lados conforman la parte principal del pueblo.
Por la parte alta, la carretera continúa prácticamente en paralelo para llegar
en unos
400 metros
hasta la zona donde se encuentra el albergue. Para llegar a él debo preguntar
en un pequeño bar que solo ofrece bebidas en una pequeña placita junto a la
carretera. Finalmente consigo llegar hasta el edificio que alberga el hospedaje
para el peregrino llamado Albergue municipal Los Pumares. Se ve que es un
antiguo edificio rehabilitado y desde fuera tiene muy buena pinta. Está cerrado
y no hay nadie por allí. Por suerte dispongo del teléfono. He llamado un rato antes y me han dicho que enseguida venían a abrirme.
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La montaña cortada por un collado |
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Un par de animalitos |
Mientras espero me quito las botas para dar descanso a mis
pies, algo doloridos después de una larga jornada en la que casi todos mis
pasos han sido sobre el duro asfalto. En un rato llega la persona encargada del albergue. Abre y procede a mostrármelo. En la
planta baja hay un gran dormitorio con unas 10 literas (20 plazas) divididas en dos filas separadas por armarios
con cerradura para guardar las mochilas, así como las duchas y los baños. En la
planta de arriba hay un salón-comedor y una moderna cocina bien equipada. Y
todo estará en exclusiva para mí durante mi estancia.
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Albergue Los Pumares, en Lafuente |
Cuando se marcha la hospitalera, me instalo tranquilamente y
me ducho. Lavo la ropa y la tiendo en la calle, esperando que los últimos rayos
de sol del día sequen todas las prendas. Después me tumbo unos cuantos minutos
en la cama para descansar y escribir unas notas de este diario.
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Mi mochila esperando en el albergue |
Cuando ya me encuentro recuperado y con ganas salgo a dar un
paseo por el pueblo. Me tomo una coca cola en el bar, un local antiguo que
evoca tiempos pasados donde seguramente hubo más clientela. El paisano que lo
atiende me cuenta algunas cosas del lugar. Antes había más movimiento por la zona, pero hoy en día no llegan ni a 50 vecinos. Al rato salgo y me dirijo a la
iglesia románica a echarle unas fotos. Por desgracia está cerrada y no puedo
ver su interior, pero puedo deleitarme con sus sencillas formas exteriores, sus
canecillos, su espadaña y sus capiteles dobles.
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Portada de Santa Juliana |
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Canecillos románicos |
Cae la tarde, el sol se desvanece lentamente entre las
montañas y comienza a hacer fresquete. En el pueblo hay una gran tranquilidad y
un silencio solamente roto por algún ladrido distraído de los perros que
merodean entre las casas. No se ve casi ni un alma. Un gato
me observa, curioso, con los ojos brillantes. Cuando decido volver al albergue me
cruzo con un par de señoras mayores que caminan con lentitud ayudadas por unas muletas y
que pesadamente parecen dar el paseo de la tarde.
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Columna con doble capitel |
Vuelvo al albergue y me preparo la cena. Degusto con hambre los tallarines a la carbonara precocinados ayudado del pan sobrante de la comida. Cuando termino salgo unos minutos a la
calle, recojo la ropa tendida (aún algo humeda) y disfruto del silencio y la
soledad de este pequeño pueblo montañoso.
Con el silencio y en la inmensidad de la noche estrellada
mis pensamientos se van inevitablemente a lo efímero de nuestra vida y me
embarga la tristeza al recordar la reciente pérdida de una gran persona en un
miserable accidente de tráfico. Precisamente hoy se cumplen dos meses de aquel
fatídico 12 de julio. Alberto, donde quiera que estés, que sepas que este
camino va por ti. Tus amigos nunca olvidaremos tu sonrisa, tu buen humor, tu gran
disposición y tu actitud ante los embates de la vida.
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Peregrino ante la Iglesia de Lafuente |
Con cierta melancolía entro al albergue en busca del calor
que proporciona el saco de dormir. Un calor que disipa el frío del cuerpo, pero
que no lo consigue con el que se ha apoderado de mi alma.
Para distraer un poco mi mente antes de dormir ojeo mis
papeles de cara a tomar una decisión con respecto a la etapa de mañana, en la que debo decidir entre las dos opciones que tengo para llegar a Potes. Inicialmente tenía pensado llegar en dos días más, tomando la
alternativa más larga y montañosa, pernoctando en Cabañes
donde hay un albergue privado.
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Peregrino ante el bello paisaje |
Pero tras varias llamadas al número de dicho albergue
no he podido contactar con el dueño, y un contestador me dice que estarán fuera hasta el domingo, por lo que es
muy probable que esté cerrado y que no haya posibilidad de pasar allí la noche. Si encontrase alojamiento, esta primera etapa serían unos
20 kilómetros
bastante rompepiernas, con subidas y bajadas constantes hasta Lebeña (este tramo es igual en las dos opciones) y una subida final
desde este punto hasta Cabañes algo durilla. Al día siguiente me quedarían
9 kilómetros con una
dura bajada hasta Potes y otros 4 para alcanzar el Monasterio de Santo Toribio.
No me veo con ganas de hacer los
29 kilómetros rompepiernas más 8 (ir y volver al monasterio) en un solo día y ante la posible ausencia de alojamiento creo que voy a descartar este itinerario.
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Calle de Lafuente de Lamasón |
La otra alternativa tiene a su vez un par de variantes,
debiendo escoger atravesar el desfiladero de
la Hermida desde Lebeña por
la estrecha y peligrosa carretera o por un sendero de montaña algo agreste que
a media altura salva en poco más de una hora de marcha el mismo tramo sin pisar
asfalto. Ambas opciones son menos kilómetros en total que la otra y se pueden
hacer en una sola etapa sin problemas. Supone en torno a
24,5 kilómetros desde
Lafuente hasta Potes, a los que añadir los 8 de ida y vuelta hasta Santo Toribio.
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Lafuente de Lamasón y la montaña |
Aunque la decisión ya está casi tomada, la elección final
dependerá de cómo vaya el día y lo que vaya aconteciendo. Mi intención es
llegar hasta Lebeña y encontrar la senda de montaña que evita la carretera y
que debe tener buenas vistas del espectacular desfiladero de
la Hermida.
Pensando estas y otras cosas noto como empiezo a ser vencido por el cansancio y el sueño se apodera de mí. Buenas noches...
4 comentarios:
Ehhhh Miguel, sigue no nos alargues tanto la espera, estamos como locos Rosa y yo de seguir tus andanzas por el Lebaniego y Vadiniense, será nuestro próximo Camino en Agosto, ya lo estamos preparando, tu información es muy útil y nos apasiona la forma que tienes de relatarlo. Intentaremos ir por Cabañes. He leido que es preciosa la subida por la canal de Rubejo.
Un abrazo peregrino.
Ray y Rosa.
Me alegra ver que tengo a gente pendiente, lo que motiva aún más a no dejarlo estancado... Sigo en ello, lo que pasa es que estos días estoy algo liadillo y en estas etapas hay mucho que contar y muchas fotos que seleccionar. A ver si la puedo tener lista para el jueves y sino ya para después de semana santa. El camino es muy chulo y os va a encantar.
Abrazos
Hola Miguel, estoy leyendo tu blog. Este agosto comienzo el camino del norte por 2 vez desde Irún, pero esta vez voy a realizar la variante que hiciste tú, tomaré apuntes de las etapas ya que veo que está perfectamente redactado y acompañado de bellas imágenes. Solo quería preguntarte si hay problemas de albergues o de lugares donde dormir, y si por suerte éste camino de momento hay pocos peregrinos, no quiero meterme en otro camino como el primitivo que en estos momentos parece casi el camino francés. Y si está debidamente señalizado. Gracias. Mi email es jjamot.ruiz@gmail.com.
Enhorabuena 👍 por tu blog, sencillamente magnífico, En mayo de 2017 pienso recorrerlo con un amigo. Cada vez que tengo más información, más me encanta . Gracias por compartir tus experiencias.
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