Lunes, 9 de septiembre de 2013
21,4 km 5 horas 30 minutos (1 hora de descansos)
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Llegando a Barreda |
Amanece un nuevo día en Cantabria. Antes de que salga el sol
ya me he levantado, aseado y puesto en marcha. He desayunado en el bar frente
al albergue y ya estoy inmerso en esta segunda etapa del Camino Lebaniego.
Mis primeros pasos rememoran los que ayer di para llegar
hasta la parada del autobús que me llevó a Suances: salir de Requejada en
dirección a la chimenea humeante de Solvia y luego, al llegar a Barreda, cruzar
por un puente las vias del tren y por otro el cauce del río Saja.
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Río Saja |
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Peregrino en la sombra |
El camino continúa por la carretera que lleva a Suances
hasta que unos metros más adelante se desvía a la izquierda por un carril
peatonal asfaltado de la carretera que lleva a Campiengo. Antes de llegar a
este barrio de Santillana del Mar, queda a la izquierda el desvío bien señalizado
al Albergue Arco Iris. Llego a este punto en torno a las 9 de la mañana. El día
de hoy es soleado, aunque múltiples nubes decoran de gris y blanco el azulado
cielo de finales del verano.
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Colegiata de Santa Juliana en Santillana |
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Caminando hacia Santillana del Mar |
Un poco más adelante tomo un desvío a mano derecha para descender
hasta la ilustre población de Santillana del Mar. La conocida como villa de las
tres mentiras (no es santa, ni llana ni tiene mar) me recibe con una inusitada
tranquilidad. Son las 9:30 y todavía no han llegado las miriadas de turistas
que suelen deambular por sus calles. Aprovecho para sacar unas fotos de
la Colegiata y descansar un
poco. Al lado de
la
Colegiata está el pequeño albergue de peregrinos de la
localidad.
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Esa bella villa llamada Santillana |
En ese momento llegan al pueblo los peregrinos españoles que
ayer durmieron en el mismo albergue que yo. Charlo un rato con ellos y en
cuanto veo que empiezan a bajar por las calles del pueblo grupos de turistas
decido continuar la marcha. Es este un pueblo muy bonito declarado “conjunto
histórico-artístico”. Atravieso sus dos calles principales y desde la plaza del
ayuntamiento subo por la Calle
de los Hornos, pasando junto a un camping (o entre las dos partes de un
camping) y salgo de la población.
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Hacia la iglesia de San Pedro |
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Las agreste Cordillera Cantábrica |
El camino continua por varias carreteras poco frecuentadas
pasando por El Arroyo y Oreña. Antes de llegar a esta población, una
carreterita a mano derecha nos conduce hasta
la Iglesia San Pedro de Oreña en
lo alto de un cerro, iglesia que vemos en lontananza durante un buen rato.
Desde ella se pueden ver a lo lejos la vecina cordillera cantabrica por un lado
y el mar por otro. Otra pista asfaltada desciende hasta Caborredondo donde
sobre las 11:30 decido hacer la primera gran parada del día. Hay un bar al pie de la
carretera. Otros peregrinos están almorzando en la terraza, y decido unirme a
ellos.
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San Pedro de Oreña |
Me pido un buen bocata de bacón con queso y una coca cola y
entablo conversación con los otros peregrinos. Hay una pareja de alemanes y una
muchacha suiza llamada Tamara. Después de charlar sobre el camino me cuenta que
un par de días antes ha tenido problemas, cayendo enferma y que el hijo del
hospitalero de Santa Cruz de Bezana se ha portado muy bien con ella. Toda
nuestra charla es en inglés, idioma más utilizado en el camino casi al mismo nivel que el castellano. Después de llevar un par días usándolo con los múltiples peregrinos que no hablaban español, ya voy manejándome con él no sin algunos problemas.
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Contraste de colores en el camino |
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No terminamos de acercarnos al mar |
Tamara, con algo de apuro me pide que si le puedo traducir
un texto, ya que según dice, controlo bastante el inglés (mmm…) Yo al principio no entiendo
muy bien lo que quiere, si traducirle una nota o que (está siendo algo enigmática), pero accedo a hacer lo que pueda. En ese momento me
saca una carta en español que le había escrito el hijo del hospitalero de
Bezana al despedirse. Me pide que se la traduzca al inglés, que ella no
entiende nada de español. Me pongo manos a la obra, tratando de hacerlo lo mejor que puedo, y eso que es una
carta escrita con muchas metáforas y un poco “poética”. En ella habla de cosas
que ellos se habían dicho los días que habían convivido y le pide que no le olvide. Ella se emociona y
también los alemanes que la acompañan. Parece que el muchacho en cuestión era singular. Se guarda la carta con cuidado y se
marchan.
(Por casualidad el destino me llevará a conocer a este muchacho, pero eso será un par de días después)
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Vaya pareja |
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San Martín de Tours |
Después de vivir este momento singular, reanudo la marcha.
Pasan unos minutos del mediodía y la verdad es que hace calorcito y el sol
brilla en lo alto de un cielo tapizado de nubes hechas jirones. En menos de
media hora llego hasta Cigüenza, donde destaca
la Iglesia de San Martín de
Tours. Salgo de esta población y continúo por carretera dirección Cóbreces,
final de la etapa de hoy. Un poco antes de llegar veo un desvío a mano derecha
hacía el pueblo de Toñanes, donde están mi compañera Pilar y su familia pasando
unos días de asueto. Como vimos que coincidíamos por estos parajes en las mismas fechas,
quedamos en intentar vernos y tomar algo. Luego les llamaré.
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Nos acercamos a Cóbreces |
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Iglesia de San Pedro |
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Playitaaaaaaa |
Pronto me acerco a Cóbreces. El camino baja al pueblo y me
lleva a tomar varias calles en subidas y bajadas para volver nuevamente a la
carretera por la que venía al principio. Delante mío observo que caminan la pareja de peregrinos alemanes con los que almorcé en Caborredondo. Salgo a la zona donde destacan
la Iglesia de San Pedro con su fachada color rojo y la
abadía Cisterciense de Viaceli, a la cual pertenece el albergue de peregrinos
en el que deseo hacer noche. La pareja alemana da una vuelta por la zona y se aleja. Supongo que continuarán hasta Comillas.
Al no haber ninguna señalización y tras rodear la abadía,
llamó al timbre y no recibo respuesta. Merodeo por la zona y cinco minutos
después insisto en el timbre de la abadía. Finalmente me contesta la portera y
me indica que el albergue es un edificio que está en el solar de enfrente, que
está la puerta abierta y me puedo instalar tranquilamente. El Hermano que lleva
el albergue ha salido y ya se pasará por la tarde.
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Arenal de Luaña con la marea baja |
Así pues, bajo al algo destartalado albergue, un edificio de una sola planta en el que hay una gran habitación con las camas en fila y al fondo los baños. Me
instalo y me ducho. Llegan un par de peregrinos alemanes. En cuanto estoy
listo, me bajo hasta la playa de Luaña, que está a unos
800 metros del albergue.
Cuando llego, el reloj marca las 14:30. Como he almorzado fuerte, no tengo
mucha hambre y decido tomar el sol, darme un baño y pasear por la playa. La
marea está baja y, como es natural en todo el litoral cantábrico, deja al
descubierto una buena porción de arena por la que caminar. Disfruto de los
rayos de sol que en este momento caen con fuerza y decido ponerme la camiseta no sea que
me queme.
Pasadas las cuatro de la tarde decido volver tranquilamente
al albergue. El cielo se está nublando poco a poco. En el albergue veo que ya
ha bastante movimiento. Volvemos a ser prácticamente los mismo que los dos días
anteriores, más un par de alemanes “nuevos”. Cuando llego veo a Anna tomando el
sol y charlo un rato con Karl y Sara. Al día siguiente Karl intentará volver a
caminar, esperando haberse recuperado de sus molestias en la rodilla.
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Peregrino en la playa |
Los otros españoles también han llegado. Charlo un rato con
Jorge, veterano peregrino vasco que por lo visto también tiene pensado hacer el
Camino Vadiniense. Ahora mismo camina junto a cuatro amigos que luego seguirán
otros caminos (alguno se va para casa y otros continuarán por el Camino del
Norte). Me habla de ir juntos, pero yo no le aseguro nada, ya que en principio
tengo pensado hacer los 22
kilómetros que desde Cóbreces nos separan de San Vicente de la Barquera en dos
tranquilas etapas, haciendo noche en Comillas, mientras que él piensa hacerlo
en una sola (como es más lógico). Ya veremos…
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Iglesia de San Pedro |
Me comentan que ya ha llegado el Hermano que se encarga
del albergue. Es un simpático anciano que me cobra los cinco euros y me sella
la credencial mientras charlamos. Se le ve ya muy mayor y tiene dificultad para
andar, lo que no le impide acercarse al albergue y preocuparse por los
peregrinos.
Voy a comprar unos víveres junto a Anna y cuando vuelvo
comienza a llover. Mucha gente tenía ropa tendida fuera y la metemos, ya casi
seca, dentro del albergue.
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Abadía cisterciense de Viaceli |
Durante la tarde he contactado con mi amiga del trabajo
Pilar y hemos quedado en que me vienen a buscar para ir a cenar por ahí. Así
que en torno a las 20:00 aparecen en su coche Pilar y Goyo junto a su pequeño
Santiago, y nos vamos a cenar al restaurante
La Parientuca en Novales. Después de dar un paseito por el pueblo y ver un antiguo molino, como se pone a
llover de nuevo, nos dirigimos al restaurante, donde hacemos algo de tiempo
tomando unas cañas. Luego nos metemos una abundante cena entre pecho y espalda. Charlamos amigablemente, comentando yo mis peripecias y sensaciones en el camino y ellos su visita a Cabárceno entre otras cosas.
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Monte y playa unidos bajo un cielo azul |
Al terminar me llevan nuevamente hasta Cóbreces y nos despedimos. Son las 22:30 cuando entro por la puerta del albergue, frente a la abadía de Viaceli (que
por suerte no cierran por la noche, que si no me hubiera quedado fuera). De nuevo ha
sido una jornada muy completa rematada por una gran cena en una gran compañía. Muy
contento y animado por las gratas experiencias del día me voy a dormir. Aquí ya esta todo el mundo acostado por lo que tratando de hacer el menor ruido posible me meto en el saco y me duermo.
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