Como muchos dicen, más camino y menos Santiago. Porque Santiago es en muchos casos la meta, sí, pero lo verdaderamente importante se ha dejado atrás en cada recodo del camino, en cada cuesta hacia las cumbres, en cada sendero surcado por las botas ajadas del peregrino. Es durante la gran travesía donde se abastece nuestro corazón y nuestro alma de nuevas fuerzas y bríos que nos permiten afrontar con serenidad y paciencia los envites del camino. Y es después de haberlo vivido cuando uno llega a Santiago con la sensación de los deberes cumplidos, con la cabeza bien alta y a su vez con una dosis de humildad y reconocimiento a lo divino por habernos permitido alcanzar nuestro fin.
Hoy, un año después, no puedo dejar de acordarme de todos aquellos peregrinos con los que compartí tantos momentos durante mi Camino del año 2007, a los que también sumo los conocidos este año en mi andadura por el Camino Aragonés rematado hace un mes en Eunate.
Ellos, vosotros, caminaréis conmigo siempre.
ULTREIA ET SUSEIA!!!!