Hace unos meses era solo un sueño inalcanzable. Hoy el Real Madrid Club de Fútbol es por trigésima vez campeón de Liga. Muchos dirán que no ha desplegado un buen juego, que defiende más que ataca, que ha ganado gracias a un (o varios) golpe de suerte, que esta liga la han perdido otros, que no se la merecía... Simplemente obviedades y comentarios realizados cuando se trata de examinar el mundo del fútbol desde un prisma científico. Gran error. Esto es un deporte y un espectáculo, y este título conseguido por el club blanco ha proporcionado a sus seguidores grandes tardes de tensión, emoción y alegría.
Evidentemente uno espera que su equipo practique buen fútbol y que demuestre en el campo que es el mejor club del mundo. Y aunque en los primeros compases del campeonato eso no lo viésemos los espectadores del Estadio Santiago Bernabéu, un buen día todo cambió y en la segunda vuelta todos los partidos han estado llenos de tensión y hemos podido disfrutar de un juego trepidante, espectacular por momentos, y con impresionantes remontadas que han demostrado que para ser el mejor equipo no solo hace falta la calidad, los jugadores espectaculares o el ahora llamado "jogo bonito"o "tiki-taka". Para ser el mejor equipo hace falta creérselo, tener fe, fuerza, pasión por los colores, ilusión y ganas de vencer hasta el último minuto de cada partido. Todo esto ha dado la liga al equipo que, aunque les pese a muchos, más se lo ha merecido de los veinte que competían en la máxima competición del fútbol español.
Del último partido de liga en el Bernabéu, que comentar... Capítulo definitivo en esta novela de aventuras y alta tensión en la que se convirtió la liga el día que al Madrid se le ocurrió despertar su verdadero espíritu en el Camp Nou. Era la jornada 26. Doce jornadas después nos proclamamos campeones de liga en nuestro propio campo. Desde aquel día pasaron por el Bernabéu el Nactic, Osasuna, Valencia, Sevilla, Español y el Deportivo, y todos ellos cayeron en partidos de infarto ante el verdugo blanco. Muchos sucumbieron en los últimos minutos ante la presión y la fuerza y el empuje de unos luchadores que no se rinden nunca hasta que el arbitro pita el final del partido.
Y con estos antecedentes llegaba el Mallorca. Se repitió el guión establecido en todos los partidos precedentes. Gran ambiente en la grada. La Liga a la vista. Y en el primer tiempo, gol del Mallorca y a levantar el resultado en la segunda. Nervios, muchos nervios. Sale Guti por Emerson. Lesión del Pichichi de la Liga y artífice de muchas de las últimas remontadas. Entra el Pipita Higuaín. Lesión del mejor pasador de todos los tiempos que se despide del Bernabéu. Entra el utrerano Reyes. Y es él quien, con dos goles, deja la copa en la capital. El primero, el del empate a uno, al recibir un gran pase tras una gran jugada de Higuaín. El segundo, el de la tranquilidad, el tres a uno, al colocar el esférico en las redes con un tiro preciso con la izquierda tras un rechace en la frontal del área. Entre medias, el de Mali, Diarrá, pone su sello y su cabeza al servicio del club por el que ha tenido que dejar unos días a su selección, y cabecea con convencimiento un saque de esquina servido por Higuaín. Entre el portero rival y un defensa no consiguen impedir que la pelota se cuele en la porteria. Es el dos a uno. Se desata la euforia. A unos quince minutos del final del partido se esta consumando lo esperado por los apasionados seguidores. El Madrid va a ganar esta Liga.
Y la gana. Explosión de alegría incontenida en la grada y celebración merecida.
Me quedé sin voz, que le vamos a hacer, pero siempre he sabido que esta liga era nuestra y nadie nos la podía quitar. Al final del partido se vivieron bellos momentos en los que se rindió homenaje a los campeones. Destacar la despedida de Sir David Beckham y el gran Roberto Carlos. Siempre madridistas.
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