08 febrero 2006

MUNICH

Hoy fui al cine a ver Munich, la última película de Spielberg. Es cuanto menos inquietante ver como los seres humanos podemos llegar a perder el respeto a la vida de nuestros semejantes por conceptos como patria o nación. Por desgracia, de eso sabemos bastante por estas latitudes, y lo peor de todo es que la respuesta que nos parece más justa ante una agresión suele ser otra agresión; o lo qué es lo mismo, la antigua Ley del talión: ojo por ojo, diente por diente.
Por supuesto, en el conflicto entre palestinos y judios se entrecruzan muchos intereses enfrentados y es muy dificil discernir con absoluta certeza y justicia quienes son las víctimas y quienes los verdugos. Lo único claro es que los beneficios económicos y geopolíticos que los países más poderosos (militarmente) de nuestro mundo falsamente globalizado pueden obtener y la ambición humana son decisivos y claves fundamentales para entender la dura y larga historia de este conflicto que lleva camino de ser eterno.
No creo que sea moralmente correcto tratar de defender unos derechos y libertades saltándotelos a la torera para conseguirlo. Esto ilegitima tus actos, pero no tiene porque desprestigiar el modelo de defensa de derechos y libertades que defiendes, sino tan solo tu manera de aplicarlo.
Necesitamos volver la vista a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y desde ahí construir y no destruir, pero claro, hay a quien eso no le conviene.

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