Cambia el rumbo, desafía a tu cordura, sigue tu propio camino y lucha por tus sueños.
Tema de los granadinos 091, mítico grupo andaluz, incluido en su disco “Tormentas imaginarias” y en su ´"último concierto" en 1996.
Domingo, 18 de enero de 2015
26, Km (6 horas, 40 minutos))
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Mi habitación, "toa pa mi" |
Hoy es mi segundo día en el camino y ya me siento como si
llevase un mes peregrinando. Cuando me despierto el reloj marca las 8 de la
mañana. Me levanto tranquilamente, con la duda de que me encontraré cuando suba
al piso de arriba y compruebe como ha amanecido el día.
Me aseo y me visto. Arriba no se oye ruido ni se ve luz.
Subo las escaleras y llamo a la puerta. Oigo a Marcos, dueño del albergue y del
bar, incorporándose y en unos segundos me abre la puerta. Me cuenta que estuvo
hasta tarde en el bar ya que tuvo clientes hasta altas horas de la noche y al
final se quedo dormido en el cómodo sofá que allí tiene.
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Parece que ha nevado |
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La estufa, y el frío afuera |
Me acerco al gran ventanal. Todo lo que hay al otro lado del
cristal esta teñido de blanco. No se ve la carretera, los coches tienen una
capa de nieve por encima y la niebla me impide ver mucho más allá de
10 metros. Finalmente por
la noche ha caído una buena nevada, aunque parece que menos copiosa de lo que
se esperaba.
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Con Jessica en el bar/albergue |
En la sala del bar hace algo de frío, cosa que cambia en
cuanto Marcos alimenta su potente estufa de leña. En unos minutos aparece
Jessica y comienzan a preparar el bar para la jornada que ya empieza. Al estar
nevado suponen que pasara por su establecimiento bastante gente.
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Saliendo del pueblo |
Marcos recibe la llamada de los encargados de la quitanieves
que debe limpiar la carretera para informarse del estado de esta. Según me
cuenta después, es algo habitual, ya que su testimonio in situ es más fiable
que las previsiones metereológicas.
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Nieve, nubes y cielo azul |
Pasadas las nueve de la mañana llega un hombre con su audi
hasta la puerta del bar. Por lo visto es un habitual del lugar. Nos cuenta que
la carretera está algo nevada, pero transitable. Viene con dos muchachos con
los que da buena cuenta de un potente desayuno.
Jessica me comenta que me van a preparar para desayunar un
chocolate con churros, petición implícita que yo le había hecho la noche
anterior.
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Huellas |
Cuando entra a la cocina descubre que se les ha estropeado
la freidora. Decide bajar a su casa en Rabanal a buscar otra que tienen allí.
Me dice que espere, que yo no voy de allí sin desayunar mi chocolate con
churros. Como hace bastante frío y la niebla no termina de levantar, me viene
bien esperar un poco para salir a recorrer la imprevisible jornada de hoy.
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Carretera hacia el cielo |
Mientras Jessica regresa bajo a mi habitación del
albergue y recojo mis bártulos para que cuando
decida marchar no me demore aún más. Dejo a mano los calcetines especiales para
la nieve y la ropa de lluvia.
Subo de nuevo al bar y desde allí contemplo el bello
panorama de la montaña nevada. Marcos me comenta que están pasando un par de
peregrinos y que pueden ser mis colegas andaluces. Veo un par de siluetas
avanzando por la carretera nevada en las que destacan dos cubremochilas, uno
naranja y otro verde. Los que llevaban Rodolfo y Rafael eran los dos naranjas,
por lo que no creo que sean ellos.
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Aquí recupero el camino original |
En unos minutos llega la freidora y algo antes de las diez
de la mañana estoy degustando el prometido chocolate con churros. El tiempo
está mejorando y parece que el sol quiere salir, aunque la niebla sigue
acompañándonos. Empieza a llegar más gente que quiere disfrutar de un día en la
nieve.
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Bella estampa invernal |
Remato el energético desayuno con un par de vasos de agua y
me dispongo a salir. Pago la cuenta y me despido de mis anfitriones, atareados
en este momento con el trasiego de clientes del bar.
Una vez fuera, decido realizar el primer tramo, saliendo de
Foncebadón, por la carretera. El día, a pesar de la niebla, es muy luminoso. En
cuanto camino unos pasos siento los rayos del sol queriendo asomar por entre
las nubes.
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Camino del cielo |
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El camino con algo de nieve |
La carretera, antes cubierta por un manto de nieve de pocos
centímetros, presenta mejor aspecto y ya se ve el asfalto y la huella de las
rodadas de los pocos coches que han pasado. Antes de llegar al cartel de salida
del pueblo me cruzo con el coche del primer hombre que subió hasta el bar. Para
a mi altura y me desea buen viaje, asegurándome que el camino hasta
la Cruz de Ferro por la
carretera está practicable.
El paisaje que se muestra ante mí a ambos lados de la
carretera es totalmente invernal: los árboles cubiertos por un manto blanco y
los caminos que surgen aquí y allá inundados por varios centímetros de nieve. A
medida que asciendo comienza a haber un poquito más de nieve sobre el asfalto,
pero de momento no parece preocupante.
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Me acerco a la cruz |
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Cruz de Ferro |
En poco más de un kilómetro una cruz de madera señala el
lugar en el que el camino viene por la izquierda, cruza la carretera y sigue
una senda que acompaña a la carretera por la derecha. Decido seguir está senda.
Parece que tiene bastante nieve acumulada, pero no llega a cubrirme las botas,
y la sensación de caminar por la nieve entre la niebla es muy especial.
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Ermita de Santiago Apóstol |
Además comienzo a ver el cielo azul, dejando a las nubes por
debajo de mi posición, y el sol empieza a calentar mi rostro. Caminando al filo
de la niebla llego hasta
la Cruz
de Ferro, lugar mágico ya de por sí, pero rodeado por este clima invernal es
aún más impresionante.
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El peregrino se aleja del lugar |
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Peregrino a los pies de la cruz |
La nieve cubre la base de piedras y basuras varias que
suelen acompañar a la cruz, por lo que a mi llegada a este punto lo que
encuentro en una base redondeada de nieve de la que surge un gran palo rematado
en lo alto por una pequeña cruz metálica. Todo un gusto no ver lo que suele ser
este lugar el resto del año, donde se suelen amontonar cientos de objetos
variopintos que la gente deja allí a modo de reliquia o bajo no se muy bien que
tipo de superstición milenaria.
Aprovecho el momento y me hago varias fotografías,
disfrutando además de la soledad en este que es el punto más alto del Camino
Francés en la península ibérica. Junto a la cruz, entre la niebla, veo la
pequeña ermita consagrada al Apóstol Santiago.
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Posando con la pierna en alto |
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...porque sigo unas huellas... |
Quedan pocos minutos para las 11:30. Decido continuar, ya
que la etapa de hoy es larga y me quedan unas siete horas de luz. Ahora viene
un tramo largo en altura en el que puedo encontrar bastante nieve y luego un
descenso vertiginoso que también me puede suponer problemas, por lo que no debo
demorarme mucho.
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Llegando a Manjarín |
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Winter is coming |
Por lo tanto, me pongo de nuevo en camino por una senda
paralela a la carretera. En ella hay unos veinte centímetros de nieve y en ella
hay varias huellas que corresponderán a los peregrinos que me preceden.
Continúo por esta senda que en ocasiones se separa de la
carretera y me hace dudar si seguirla o volver al asfalto. Decido que mientras
pueda, seguiré la trazada oficial del camino.
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Y vuelta al sendero nevado |
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Manjarín, refugio Templario |
En una media hora recorro los dos kilómetros y poco que
separan
la Cruz
de Ferro de Manjarín, donde se encuentra el albergue templario. Cuando llego a
su puerta parece que en el albergue solamente hay un perro que me recibe
ladrando alegremente En ese punto el camino sigue durante unos doscientos
metros la carretera, pasando entre las casas abandonados del antiguo pueblo,
para dejarla poco después por una senda señalizada a mano izquierda.
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Altar |
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Abrevadero en blanco |
De nuevo siento la nieve bajo mis pies y me alegro de lo
bien que va el goretex de mis botas. Paso junto a un abrevadero y dejo a mi
derecha un pequeño altar preparado que solicita un donativo al peregrino.
A lo lejos vislumbro grandes aerogeneradores por un lado, y
frente a mi unas antenas de una antigua base militar. Hacía ellas me dirijo por
un sendero más o menos llano que en unos metros cruza de nuevo la carretera y
continúa paralelo a esta por su derecha.
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Antena al fondo |
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En ocasiones hay menos nieve |
Llego hasta un punto en el que un cortafuegos sube hasta las
antenas. En este punto hay bastante nieve. Recuerdo que en mi primer camino me
dio por subir por el cortafuegos. Supongo que me encontraba con fuerzas y
quería disfrutar de las vistas desde lo alto. En esta ocasión no tengo ganas de
hacer el cabra, aparte de que sería un poco temerario subir por ahí con la
cantidad de nieve que se aprecia.
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Paisaje otoñal 2007 vs Paisaje invernal 2015 |
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Camino hacia las nubes |
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Caminando entre pinos |
El sendero discurre en este punto por un bosquecillo de
pinos, cuyas ramas se encuentran cargadas de nieve que se precipita por
momentos cuando sopla el viento. Unos metros más adelante, tras una pequeña
subida llego a “tocar el cielo”, o más bien las nubes, ya que camino envuelto
en una fina neblina.
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Acercándome a la carretera |
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Peregrino en blanco |
Un camino nevado surge a mano derecha en dirección la
antigua base militar. Mi sendero continúa a su izquierda. Y más a la izquierda sigo viendo de vez en
cuando la carretera comarcal LE-142.
Después de llanear un poco más comienza el descenso camino
de El Acebo. El color que más predomina a mi alrededor es el blanco de la nieve
y de la niebla.
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El sendero se estrecha |
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Cuanta nieve! |
Pasados unos minutos de la una decido hacer una pequeña
parada para descansar un poco, ya que caminar por la nieve es bastante más
fatigoso que hacerlo sobre tierra o asfalto. Aprovecho un mojón indicador del
camino para dejar la mochila sobre él y que no se moje con la nieve. Me acerco
a la carretera y me siento en su borde sobre el asfalto para tomar un poquito
de agua y una barrita energética. No pierdo ojo del posible tránsito de
vehículos, aunque no he visto pasar prácticamente ninguno en toda la mañana.
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Una peregrina! |
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Mojón nevado |
Una vez recobrado el aliento, me levanto y me dirijo a mi
mochila para continuar. De pronto aparece una peregrina de la niebla y pasa por
el camino. Lleva un buen ritmo. Nos saludamos y ella prosigue su camino. Yo me
engancho la mochila y la riñonera y retomo la marcha. Durante lo que queda de
descenso hasta el Acebo la tendré más o menos a la vista.
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La nieve cede y aparece el camino |
Sigo caminando con cuidado sobre la nieve mientras el
descenso se acentúa. Quince minutos después, cuando ya he descendido bastante y
estoy a unos
1200 metros
de altitud, el camino se despeja y poco a poco la nieve va desapareciendo,
dejando a la vista un camino pedregoso por el que continúo el descenso.
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Hola Bierzo! |
Veinte minutos antes de las dos un cartel a la entrada del
Acebo me da la bienvenida al Bierzo. En los tejados de este pueblo alargado aún
pueden verse los restos de la nieve caída la última noche. Atravieso todo el
pueblo por la calle principal que en descenso lo vertebra. Está jalonada de negocios cerrados al ser temporada baja que supongo que han nacido al albor del camino y que durante el verano harán el "agosto", nunca mejor dicho.
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Llegando a El Acebo |
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Descanso en un banco |
En el centro de la localidad encuentro un banco seco bajo un balcón de una
casa y decido hacer otra parada. Me tomo unas mandarinas y recupero líquidos.
Mientras doy buena cuenta de la fruta pasa la peregrina que he visto antes
buscando un albergue y después una pareja en la misma tesitura. Les digo que creo que hay uno abierto más abajo (según la guía que manejo).
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Calle principal de El Acebo |
A las dos en punto vuelvo a ponerme en marcha. Antes de
salir del pueblo en la acera izquierda en un enorme tronco está tallado el
nombre de la localidad y unas caras curiosas lo decoran. Un poco más adelante
llama la atención una escultura de una bicicleta que recuerda a un bicigrino
alemán fallecido hace unos años.
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Nuevo Albergue privado en El Acebo |
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Curiosos adornos |
Saliendo del Acebo observo con asombro el aparentemente
“lujoso” nuevo albergue que han abierto recientemente. Visto desde el camino
parece más bien un hotel, y posteriormente peregrinos que durmieron en él me
contarán que tiene muy buenas instalaciones.
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Cruzando la carretera |
Yo continúo descendiendo ahora por la carretera en dirección
a Riego de Ambrós. Un kilómetro después más o menos sigo las flechas que me
llevan por los campos a la derecha de la carretera, por donde discurre una
senda que finalmente vuelve a morir a la misma carretera unos quinientos metros
más adelante. Si lo se continúo por el asfalto.
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Siguiendo unas rodadas ya sin nieve |
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Llegando a Riego de Ambrós |
Recorridos unos pocos metros más me encuentro un nuevo
desvío a la izquierda. Las señales recomiendan a los ciclistas continuar por la
carretera. Yo tomo el desvío y vuelvo a transitar por camino de tierra. En unos
minutos me encuentro con Riego de Ambrós, otro bonito pueblo berciano
configurado en torno a una calle que coincide con el camino.
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Detalle jacobeo |
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Ermita de San Sebastián |
Paso por delante de la ermita de San Sebastián (adornada con
vieiras) y llego a una placita donde se encuentra el albergue de peregrinos.
Poco después las señales jacobeas me hacen descender por una calle a mano derecha
que se convierte en un sombrío sendero en descenso. Bajo por él pisando los
grandes bloques de piedra que lo conforman y que han sido aprovechadas para
pintar en ellas alguna que otra flecha amarilla.
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Giro bien senalizado |
Recuerdo que cuando pasé por este punto hace 8 años esta
zona estaba totalmente congelada y tuve que tener mucho cuidado para no
resbalar. La piedra y el hielo juntos son un desafío para la capacidad de
agarre de las botas. Curiosamente hoy que camino en enero y me he encontrado
nieve no hay hielo. En aquel entonces era mediados de noviembre, el día estaba
despejado y la noche había sido gélida.
Una vez pasado este tramo pedregoso, continúo el vertiginoso
descenso por una zona herbosa que me conduce al cauce de un riachuelo que cruzo
y tras el que voy a dar a un camino algo más ancho rodeado de árboles. A mano
izquierda queda una pequeña pradera que también me trae recuerdos de mi primer
camino.
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Zona resbaladiza en otoño 2007 Hoy (2015) no hay hielo y eso que es invierno |
En aquella ocasión también caminaba en total soledad por
estos parajes. Al llegar a este punto, cuando estaba terminando el descenso
observé que en la pradera descansaba plácidamente un perro enorme. En cuanto me
acerqué un poco a la zona en la que se encontraba se levantó y enfurecido
comenzó a ladrarme. Me separaba de él una linde de piedra cubierta por
vegetación. Por encima de ella yo podía verle ir y venir ladrando con rabia. No
pude apreciar que llevará ningún collar o distintivo que hicieran pensar en él
como perro doméstico.
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Zona mágica |
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Agua y barrillo |
Con cierto temor aceleré el paso tratando de dejar atrás al
can. Al mirar hacia adelante compruebo que unos metros más allá la linde de
piedra se abre en una especie de paso al prado. En unos segundos, el enorme
animal, que levantaba bastante más de un metro del suelo, corrió hacía allí y
se colocó al borde de mi camino mirándome fijamente sin dejar de ladrar.
Debo confesar que pasé algo de miedo. El camino en este
punto no da otra alternativa que continuar por ese sendero, a no ser que
vuelvas atrás hasta Riego de Ambrós y desciendas por la carretera, cosa que ni
me planteé. Miré a un lado y a otro buscando algo o alguien que pudiera
ayudarme o alguna solución que me ayudara a continuar con mi camino.
Nada. Debía afrontar el miedo y pasar junto a la bestia
parda que no dejaba de ladrar. Todo esto lo pensé en los escasos segundos que
tardé en recorrer la distancia que me separaba del entrañable animalito, ya que
no quería dejar ver mis temores y si me paraba igual no sería capaz de
continuar.
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Árbol archifotografiado |
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Sigue la flecha! |
Así pues, sin pestañear y sin siquiera dignarme a mirar al
ladrador pase junto a él con mi bastón de peregrino agarrado fuertemente en la
mano izquierda. Él no paro de ladrar ni un instante. Yo, con la mirada al
frente y la cabeza levantada, no vacilé y una vez que lo hube sobrepasado ni
siquiera miré atrás. Unos metros después ladeé levemente la cabeza para
comprobar de reojo que no se movía de su sitio.
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Algún tipo de ritual mágico |
Instantes después, cuando ya me separaban de él un centenar
de metros, sus ladridos se hicieron más esporádicos. Eché un vistazo atrás sin
dejar de caminar y comprobé que lentamente volvía al prado sin dejar de mirar
hacia el punto en el que yo me encontraba. Yo no paré ni dejé de caminar hasta
después de cinco minutos, una vez que había dejado atrás esa zona.
Tratando de dar un sentido simbólico a este episodio podría
suponer la superación de algún miedo irracional o la capacidad de afrontar las
dificultades con determinación y paso firme. Hay quien me ha sugerido que el
animal estaba ahí como un elemento protector, no se muy bien de qué, pero todo
es posible.
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El árbol se cierne sobre la senda |
Supongo que simplemente el perro estaba custodiando el
prado, aunque luego me enteré que por esa zona había sueltos algunos perros
abandonados y asilvestrados. El caso es que pude continuar tranquilamente y
todo quedó en una anécdota que uno puede luego adornar o utilizar como recurso
literario.
Volviendo al domingo 18 de enero de 2015, en esta ocasión no
hay perro ladrando. Camino por este sendero junto a unos árboles con unos
troncos enormes y voy a dar de nuevo a la carretera. Enseguida las flechas me
invitan a abandonar el asfalto por la derecha por una nueva pista de tierra que
a su vez me conduce a un sendero que a ratos vuelve a inclinarse
considerablemente.
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Cruz antes de llegar a Molinaseca |
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Oteando Molinaseca |
Afronto ya la última parte del descenso hacía Molinaseca. En
este tramo el camino es en ocasiones angosto y empinado. Tomo el camino de la
izquierda en una bifurcación bien señalizada. Paso junto a un árbol rodeado por
piedrecitas como si en él se hubiera realizado algún ritual mágico ¿? y el
camino me dirige definitivamente en descenso hacía el pueblo de Molinaseca.
Pronto puedo apreciar al fondo del valle los tejados de pizarra de sus casas.
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Puente medieval |
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Santuario Virgen de las Angustias |
Una hora después de cruzar Riego de Ambrós una cruz metálica
antecede al Santuario de
la
Virgen de las Angustias y al puente medieval sobre el río
Meruelo, entrada a Molinaseca. El camino desemboca en la carretera y me conduce
al pueblo dejando a mi derecha el santuario y cruzando el bonito puente.
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Molinaseca |
Atravieso Molinaseca por su calle Real, donde observo varios
bares y restaurantes, muchos de ellos cerrados. En menos de cinco minutos voy a
dar de nuevo a la carretera LE-142, donde se encuentran los dos albergues de la
localidad, en esta época cerrados.
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Peregrino en puente medieval |
Decido hacer una parada cobijado bajo el pórtico de la
antigua capilla de San Roque, hoy albergue de peregrinos municipal. Mientras me
tomo un zumo y unas galletas príncipe una muchacha que pasea con su perrillo me
informa de que el albergue está cerrado. Agradezco la información, aunque ya lo
sabía y no pensaba quedarme.
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Molinaseca jacobea |
El cielo parece que quiere descargar. Lleva ya un rato
chispeando y poco a poco la lluvia va cayendo con algo más de intensidad,
aunque no deja de ser un calabobos. Como estoy bien resguardado decido
descansar un rato más, ya que el descenso ha sido durillo.
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Desde el albergue de Molinaseca |
Poco antes de las cuatro y media reanudo la marcha. Desde
aquí hasta Ponferrada quedan casí
8 kilómetros siguiendo las flechas amarillas.
Esto supone seguir la carretera prácticamente durante tres kilómetros y luego
tomar un camino a mano izquierda que te lleva a dar un rodeo pasando por la
localidad de Campo para entrar a Ponferrada por el sur. Si se continúa por la
carretera (existe andadero y acera para peatones) se acorta casi un kilómetro y
medio. No suelo tomar este tipo de atajos y mucho menos cuando son por
carretera, pero como este camino ya lo he realizado anteriormente considero más
ventajoso, cómodo y rápido seguir
la
LE-142 y llegar a Ponferrada un poquito antes.
|
Que colorido! |
Como contrapartida, decido hacer este último tramo a gran
velocidad. Me cruzo con algún que otro paseante y en menos de una hora y tras
dar alguna vuelta consigo llegar hasta el albergue de peregrinos de San Nicolás
de Flue en Ponferrada.
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Llegando a Ponferrada |
Este albergue es muy amplio y está muy bien acondicionado.
Entro en su interior y allí se encuentra el hospitalero charlando con una mujer
mayor que por lo visto pasó por aquí como peregrina hace unos años y quería
recordar esos tiempos y agradecer el buen trato allí recibido. Me registro y me
conducen a mi habitación, que es bastante amplia. Es alargada, habiendo dos
literas para cuatro personas a ambos lados de la puerta, quedando bastante
hueco en el centro.
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Albergue de Ponferrada |
Primero me instalo en la parte de la derecha en una cama
baja. Creo identificar las mochilas de la litera de al lado. Son las de los dos
malagueños. Recordando los ronquidos de la primera noche, decido trasladarme a
las literas del otro lado de la habitación, que al ser alargada, están a varios
metros de distancia. Escojo una cama alta. Me instalo y voy a ducharme.
Cuando vuelvo a la habitación charlo un rato con una pareja
de catalanes que están instalados en la cama situada debajo de la mía. Él hizo
el camino hace unos años y ahora está recorriéndolo con su pareja. Llega otro
peregrino que se instala en una cama al otro lado de la habitación, junto a los
malagueños.
|
Cruz de Santiago en vieira. |
Un rato después me dispongo a dar un paseo por Ponferrada.
Como la otra vez que hice el Camino he llegado a este lugar en domingo, por lo
que no podré visitar el castillo templario. Lo rodeo y paseo tranquilamente por
el centro. Voy hasta
la Plaza
de
la Virgen
de
la Encina
mientras voy buscando algún lugar donde comer algo.
Está casi todo cerrado, así que finalmente termino en la
gasolinera “la peregrina”, cercana al albergue donde hay un área de servicio.
Compro un sobre de sopa para hacerme después en la cocina del albergue y unas
latas de refresco, y me tomo en la cafetería un bocadillo de lomo con queso
mientras veo un rato en la tele el partido que enfrenta al Depor y al Barça.
En el descanso del partido me voy al albergue. No me voy muy
contento, ya que el bocadillo estaba poco hecho y el Barça ya vence 0-2. Mientras
camino de regreso está lloviznando y noto el cansancio en mis sufridas piernas.
|
Castillo de Ponferrada |
Ya en el albergue, voy a la habitación a por mi bolsa de
comida y bajo al comedor donde hay varios peregrinos preparándose para cenar. Me
acomodo en un sofá y leo un poco sobre la etapa de mañana y de paso escribo
alguna nota en mi diario. Al rato llegan los malagueños dispuestos a comerse
unas albóndigas de lata que han comprado. Charlamos un poco sobre el camino y a
la charla se unen otros peregrinos.
Al rato decido tomarme la sopa de sobre y un rato después
voy a echarme en la cama. La segunda jornada llega a su fin y me encuentro
estupendamente. Echo un vistazo en el móvil a la previsión del tiempo para los
próximos días y, salvo mañana, que se prevé un día soleado, la perspectiva es
de frío y bastante nieve. De alguna manera es lo que vengo buscando: caminar
con nieve, pero sin que esta caiga de tal manera que me impida disfrutar del
camino. Espero que mis deseos se cumplan.
Así, con estos pensamientos y gracias al cansancio del día
de hoy, sin darme cuenta caiga en un profundo sueño.
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