19 noviembre 2013

El Camino del Salvador. Etapa 5: Pola de Lena - Oviedo

Domingo 5 de mayo de 2013

31,4 km  8 horas (1 hora varios descansos)

Plaza de Pola de Lena
El domingo 5 de mayo amanece con los ruidos propios de un albergue de peregrinos. Desde mi cama escucho como los más madrugadores, tratando de hacer el menor ruido posible se levantan y salen entre las 7 y las 8. Casi todos mis compañeros peregrinos deben tomar algún medio de transporte para volver a sus casas en torno al mediodía desde Oviedo, por lo que si quieren llegar hasta allí caminando deben darse prisa. Alguno ya había comentado la opción de tomar un tren para salvar los últimos kilómetros. Yo no tengo ese problema ya que mi tren de regreso a Madrid sale mañana lunes por la tarde. Me cogí un día libre más en el trabajo para no tener que terminar con prisas.
Ciclistas en carretera

Una vez marchan los peregrinos, escucho levantarse al grupo de la asociación, y les escucho quejarse amargamente y algo exageradamente de los ronquidos. No puedo evitar sonreírme dentro del saco. La verdad es que alguno que otro era roncador profesional y yo también lo he tenido que sufrir.

Cuando ya salen todos creo que solo quedamos durmiendo Dani y yo. Me incorporo con un tremendo dolor de cabeza. Creo que ayer bebí demasiada sidra. Pesadamente recojo todas mis cosas. Me lo tomo con calma y en torno a las 10 abandono el albergue, dejando a Dani durmiendo placidamente.

Peregrino junto al río
Puentes sobre el río Caudal
Desayuno en un bar y me tomo paracetamol esperando que el dolor de cabeza remita pronto. Aparte de la cabeza, también me encuentro bastante cansado y con el estómago un poco revuelto. Vamos, lo que viene siendo la resaca posterior a una noche de jarana. 

Mieres del Camino
A pesar de todo, poco antes de las 10:30 me pongo en camino, dispuesto a recorrer los más de treinta kilómetros que me separan del destino final de mi ruta: Oviedo.

Pero vayamos poco a poco. Los primeros kilómetros del día son monótonos y aburridos y transcurren por una carretera por suerte poco frecuentada. La salida de Pola de Lena no está señalizada y supongo que voy por el camino correcto. Estos primeros pasos del día me resultan los más duros, y es que comenzar una larga jornada de 30 kilómetros después de una noche movidita viene siendo un tanto incómodo. Por suerte, la primera parte de la etapa es prácticamente llana.
Descanso al salir de Mieres

Paso por Villallana y continuo por la carretera. Me encuentro con muchos ciclistas, cosa normal, ya que es domingo y hace un sol espléndido. Debo caminar con cuidado ya que la carretera no tiene arcén, y aunque no hay casi trafico, los ciclistas en las curvas tienen su peligro. El camino me lleva por la margen izquierda del río Caudal y a pesar de existir numerosos puentes que lo cruzan, de momento no debo utilizar ninguno de ellos.

Central térmica La Pereda
El río Caudal
Al llegar a la altura de Ujo, las flechas me llevan a tomar una pista asfaltada para hacer deporte que, siguiendo junto al río, me llevará hasta el mismo Mieres. A medio camino, paro en un banco a descansar un poco y beber algo. Después de 2 horas caminando sigo teniendo mal cuerpo y no me apetece mucho ni comer ni beber, pero me obligo. Sed tengo bastante, pero ni el kit kat ni el agua me saben nada bien.
Vistas desde El Padrún
Realmente queda algo menos

Reanudo la marcha y continúo por el camino junto al río cruzándome con ciclistas, gente corriendo y gente paseando al perro. Llego por fin a Mieres del Camino cerca de la una, después de pasar junto a la estación de tren, cruzar el río Caudal por el Puente de la Perra y sortear las vías del tren y la autopista por pasos subterráneos y elevados. El camino atraviesa toda la localidad, que es bastante grande y dispone de todos los servicios. Pienso en comer algo, pero no me apetece nada,así que finalmente paro en una pastelería y compro un palmerón de chocolate y una coca cola de 1 litro, de los que daré buena cuenta unos metros más adelante, sentado en un banco. Me dejo la mitad para tomármela a las afueras del pueblo, cerca del desvío que conduce al albergue de La Peña (a 1,5 km de Mieres).

Sendero por el bosque
El cordón de mi bota dice adiós
A las dos, después de esta parada en el barrio de La Peña, en la periferia de Mieres, me vuelvo a poner en marcha. Ahora el camino va casi siempre sobre el asfalto y son habituales las subidas y las bajadas. Paso por varias aldeas como El Rollu o Copián por una carretera siempre en subida, desde la que se ve al fondo en el valle una gran industria con enormes chimeneas. También puedo otear las cumbres nevadas y el río Caudal al fondo del valle, jalonado por multiples puentes. Con estas vistas la ascendente carretera se hace más llevadera. El camino me conduce ahora por Santa Llucia y Aguilar para llegar finalmente al alto del Padrún, a 385 metros de altitud. Veo un antiguo mojón de la antigua carretera nacional que señala 14 kilómetros a Oviedo.
Bar Trasgu en Olloniego
En Padrún paro en una sidrería a tomarme una… fanta naranja. Aunque es la hora de comer y mi cuerpo va recuperando las buenas sensaciones, después de comerme la palmera no tengo hambre. Por suerte, parece que el dolor de cabeza también va remitiendo. Supongo que el sudor provocado por el esfuerzo físico de la jornada ha ayudado a acelerar la eliminación de las toxinas alcohólicas que poblaban mi cuerpo. 

Tras el descanso continúo caminando, entrando ya en el Concejo de Oviedo. Ahora en bajada, el camino me conduce a Casares. Aquí tomo un pequeño sendero cuando noto que la bota izquierda va algo floja. Miro y compruebo que se me ha roto el cordón. Realizo la parada obligatoria para solucionar este percance y aprovecho para tomar un kitkat. Cuando reanudo la marcha vuelvo a tomar contacto con el asfalto.
Desvío del camino
Marcas en el bosque

En una media hora desde el Padrún llego a Olloniego, después de pasar junto a la fuente de los locos y de cruzar las vías del tren por un paso subterráneo y la autopista por un paso elevado. El pueblo está desierto siendo como es la hora de la siesta de un domingo. El camino lo recorre de punta a punta.

Especie de calzada romana
Construcciones típicas
Gatetes
Salgo del pueblo y por carretera llego hasta el antiguo puente del Portazgo sobre el río Nalón. Tras cruzarlo y ver la casa del antiguo Portazgo, tomo un sendero a mano izquierda que en continuo ascenso me lleva hasta un alto. Numerosas indicaciones lo señalizan como “senda verde”. Paso un tramo de empedrado y otro de asfalto y vuelvo otra vez a una senda de adoquines hasta Picu Llanza. Ya desde el alto se divisa a lo lejos Oviedo, y las montañas nevadas al fondo. Me queda bajar otro valle pasando por San Miguel, subir a otro alto y parece que el final ya está aquí. Se me está haciendo muy larga la etapa.

Así pues, bajo y vuelvo a subir, a veces por camino, otras por asfalto y a eso de las 17:45 me reciben las ruinas de la Ermita de Santiago de la Manjoya, que dan nombre a este barrio de Oviedo. Veo las primeras señales de vieiras en el suelo. Cruzo la autovía y cinco minutos después tomo una pista diagonal hacia la izquierda, ya en la ciudad. Pronto llego a un cruce regulado con semáforos donde puedo contemplar la estatua dedicada a Santiago Peregrino en el número 50 de la Calle Muñoz Degraín.
Estatua al peregrino en Oviedo

Vieiras por los suelos
Continúo por la Calle Leopoldo Alas y en un rato llego hasta la plaza del ayuntamiento. Creo recordar como ir al albergue y buscándolo doy un pequeño rodeo. Después de media hora dando vueltas llego al ya conocido albergue de Oviedo. Son cerca de las siete. Me registro y de manos del hospitalero recibo la Salvadorana, documento acreditativo de mi peregrinación. Después de acomodarme y ducharme, me voy a dar una vuelta por la ciudad a ver la Catedral de San Salvador, punto final de mi peregrinación. Después doy un paseo por la ciudad, ceno algo y me vuelvo al albergue pronto, que estoy cansado.

Fin del camino: Catedral de San Salvador
En el albergue comparto habitación con un par de peregrinos ya mayores, que vienen recorriendo el Camino del Norte y han decidido terminarlo por el Camino Primitivo, y con una pareja de jóvenes que al día siguiente comenzarán su primera experiencia en el Camino de Santiago. Charlo un rato con ellos y debo decir que me da algo de envidia esa ilusión ante la primera etapa de tu vida en el Camino. Me entran unas ganas tremendas de continuar caminando por ese otro camino tan maravilloso y espectacular que es el Primitivo. Desafortunadamente, en dos días debo reincorporarme al trabajo y no puedo alargar más estos días de asueto. Comentando algunos detalles con ellos, veo que tienen más o menos planificada su peregrinación. Yo les recomiendo, como no puedo ser de otra manera, un par de lugares para comer y si pueden, que paren a dormir en el Albergue de Bodenaya, uno de esos lugares mágicos y auténticos que recuerdas para siempre por su extraordinaria acogida y su buen trato.

La Catedral con su única torre
Cuando me acuesto pienso en que, por desgracia, durante la etapa no he visto a ninguno de mis compañeros y no nos hemos podido despedir. Fue una suerte compartir experiencias con todos ellos. Tu camino lo forman todas aquellas experiencias vividas y todas aquellas personas que lo comparten contigo. Desde aquí les envío un fuerte abrazo a todos ellos. Espero que terminaran bien su camino.

Y aquí termina este diario de este peculiar Camino del Salvador, camino que recomiendo encarecidamente a todos los amantes de las rutas peregrinas, de la montaña, de la naturaleza o simplemente de la vida. En el camino se vive la vida de una manera más intensa y es una experiencia que no me cansaré de recomendar realizar, eso sí, a ser posible en solitario.

Pronto continuaré con el Epílogo de este camino y con mis andanzas por la siguiente ruta realizada durante este 2013: el Camino Lebaniego-Vadiniense.




10 noviembre 2013

El Camino del Salvador. Etapa 4: Pajares - Pola de Lena

Antes de la etapa, mi mas sentido pésame a las familias y amigos de los mineros fallecidos la pasada semana en El Pozo Emilio del Valle, en el municipio de Pola de Gordón. Estos accidentes siempre son una desgracia y estos días estarán siendo muy duros para toda la comarca. Os acompañamos en vuestro dolor. Mucho ánimo!


Etapa 4.- Pajares – Pola de Lena

Sabado 4 de mayo de 2013

23,9 km  8 horas (1 hora para comer)

Cielo azul despejado y montañas nevadas desde Pajares
Amanece un claro y soleado día en el albergue asturiano de Pajares y los peregrinos se levantan, dispuestos a afrontar a una dura etapa con prolongados y vertiginosos descensos hacia el valle.

Saliendo de San Miguel del Río
Después de las rutinas diarias, bajo a tomar un café de la máquina que junto a las galletas príncipe que aún me queden formarán mi desayuno. En torno a las 9:30 salgo del albergue y recorro las calles de Pajares. A la salida del pueblo tomo un camino a mano izquierda que en fuerte pendiente, desciende hacia San Miguel del Río. En un kilómetro y medio descendemos más de 250 metros de desnivel. Una bajada durita para calentar las piernas. En el descenso veo en un prado un corderito recién nacido incapaz aún de mantenerse en pie.

Llegando a Santa Marina
Al llegar a San Miguel del Río, comienza el terreno más llano. Salgo de este pueblo por una carretera, caminando por el fondo del valle. En un rato tomo otra carretera a la izquierda en subida que sube hasta Santa Marina. Al llegar a unas casas la carretera gira en redondo a la izquierda pero las señales amarillas nos indican de frente, a través de varias cercas con ganado y algún que otro perro. Me acerco a una casa a preguntar si se puede pasar por allí y me dicen que sí, que no me preocupe por los perros, que no hacen nada. Cruzo con cuidado la primera valla y paso a través de una cochera con el asombro de pasar prácticamente por los jardines de unas propiedades. El perro que hay sentado a los pies de la cerca ni se inmuta ante mi paso. Al pasar el tercer cercado el camino continúa por un estrecho senderillo en mitad de una escarpada ladera, el Cordal de los Llanos de Somerón, que nos conduce hasta el pueblo con dicho nombre.
Las vistas desde el senderillo
Peregrino entre ramas
Es este un sendero muy bonito desde el que disfruto de unas impresionantes vistas, con la visión de las grandes montañas llenas de nieve en sus cumbres en un día tan despejado como el de hoy. Cruzo varias cascadas y algunos arroyos inundan en algunos tramos el camino. Al llegar a Llanos de Somerón me reciben unos burritos juntos al camino. Al salir de Llanos las flechas amarillas me conducen  hasta el siguiente pueblo por una carretera en continuo descenso. Los tramos de asfalto siempre se hacen pesados, pero con las maravillosas postales que se presentan ante mi el descenso se me hace corto.
Saliendo de los Llanos de Somerón

Después de casi una hora, cuando estoy a punto de entrar en Puente de los Fierros, el camino se desvía por la izquierda por un caminillo con un duro repecho. Ganamos altura enseguida, quedando a bajo nosotros a nuestra derecha el pueblo con su estación de cercanías, el río Pajares, la carretera y las vías del tren que van por el fondo del valle.
Desvio hacia arriba
En poco más de quince minutos y tras pasar un par de cercados llego a Fresnedo. De aquí sale otro sendero que continua también por media ladera entre bellos bosques de hayas y robles. Hago una pequeña parada para tomar algo de chocolate y beber algo de agua, y continúo por las subidas y bajadas que conforman este bello sendero. Sigo maravillado con las extraordinarias vistas que se pueden admirar a nuestro alrededor.

Más de una hora después de la parada y tras pasar por la Ermita de San Miguel llego a otro pueblo más sin servicios, Herías, donde hay una fuente de agua fresca. Se sale del pueblo en una nueva subida y al rato comienza el brusco descenso hasta Campomanes.

Este tramo entre Puente de los Fierros y Campomanes se hacía hasta hace unos años por la carretera, y se hacía en algo menos de tiempo. Hoy el camino está bien señalizado por las sendas y caminos que van por la montaña y, aunque se tarde más, merece la pena. En mi caso, tardo algo más de dos horas y media (breve parada incluida) en llegar a Campomanes. Allí paro a comer en una sidrería, para reponerme del duro descenso.
Árboles quebrados sobre el camino
Clásico mojón peregrino


Bellos parajes astures
Poco antes de las cuatro reinicio la marcha, camino ya de Pola de Lena. Cruzo el río Pajares y tomo un camino hacia la izquierda que va por la margen derecha del río que al unirse al Huerna se convierte en el río Lena. En media hora llego a la iglesia prerrománica de Santa Cristina de Lena. Para llegar a ella hay que subir un corto y duro repecho. Una vez arriba, podemos admirar esta joyita del arte astur, tras pagar una simbólica entrada de 1,50 €.

El camino antes de descender hacia Campomanes
Desciendo por una pequeño camino hasta la estación de tren de La Cobertoria, y prosigo por una pista asfaltada por el fondo del valle. Paso junto a una pista de trial donde hay un quad dando saltos y después cruzo el río Lena por una pasarela peatonal. Al rato cruzo la autovía por un paso inferior y en unos veinte minutos más llego a Pola de Lena. Ha sido una hora desde Santa Cristina de Lena y casi ocho desde Pajares, incluyendo paradas y hora y media para comer.

Santa Cristina de Lena
Busco el albergue, que esta en un edificio municipal enfrente de la estación de tren. Está cerrado, ya que es fin de semana. Me dicen que tengo que ir a la policía a registrarme y a conseguir las llaves. En la policía tengo que esperar una hora, porque los agentes están regulando el tráfico en una carrera ciclista que pasa por la localidad. Mientras espero, me tomo una coca cola de 2 litros y unos donuts en un parque y estiro un poco. Observo que en el pueblo hay fiestas. Por lo visto están celebrando la feria de abril (curioso). Por la noche habrá jarana.
Cuando por fin llegan los policías, me toman los datos, me sellan y me dan una llave electrónica (tarjeta) con la que abrir la puerta del edificio municipal. No me cobran, porque me dicen que ellos no son nadie para cobrarme. Parece que no les termina de gustar hacerse cargo del albergue cuando el ayuntamiento está cerrado.

Quad dando saltos
Me dirijo al albergue. Entro al edificio municipal y en la primera planta, después de pasar junto a despachos de asociaciones, veo donde están las habitaciones y los cuartos de baño. Cual es mi sorpresa al ver que la habitación 1, que es de la que tengo llave está casi llena, con sacos de dormir en casi todas las camas y un montón de maletas. Pero no hay nadie Ocupo una cama libre y me ducho. Al rato llegan los dueños de las maletas, que resultan ser unas cuantas familias de una asociación de excursiones y tal a los que les han permitido dormir en el albergue durante el fin de semana, compartiéndolo con los peregrinos.

Albergue de Pola de Lena
Cuando llegan el resto de mis compañeros me cambio de habitación ya que los demás se acomodan en la otra, donde hay más camas libres. Charlando con unos y otros, Dani y Paco deciden salir a tomar algo. Los demás, más prudentes, prefieren acostarse temprano, ya que la etapa final de mañana domingo es larga y muchos deben volver a sus ciudades de origen en el día. Yo en principio no pensaba salir, pero al final decido acompañarles. Al fin y al cabo, mi tren de regreso desde Oviedo sale el lunes por la tarde y al día siguiente me lo puedo tomar con calma.

Así pues, acompañado por Paco y Dani voy a la plaza de Pola, donde hay un hombre tocando un órgano y cantando. También hay varias terrazas, y la sidra corre por doquier.
Plaza de Pola de Lena engalanada para la feria de Abril
La verdad es que lo pasamos bien escanciando varias botellas de sidra natural y degustando alguna que otra ración de queso y choricillo a la sidra. Es curioso ver a los asturianos y asturianas vestidos con trajes de sevillanas y con sombreros cordobeses, y hablando con ese acento suyo tan alejado del andaluz.

Parece que la noche va a ser larga. Cuando nos dirigimos a un bar y pedimos la primera copa empiezo a pensar que el momento de retirarme está cerca. Quedan pocos minutos para las dos y aprovechando un momento de confusión en el jolgorio, de manera un poco cobarde huyo hacia el albergue. Por un lado no quiero irme así, dejando a Paco y Dani allí sin avisar, pero se que de otra manera me liarían y no me iría hasta las mil.

De fiesta con Paco y Dani
Algo perjudicado por tanta sidra y ron consumido consigo llegar hasta el albergue y trato de acostarme en mi litera sin hacer mucho ruido. Cuando llevo un rato durmiendo llegan mis compañeros de fatigas y me despiertan haciéndome cosquillas y armando algo de bullicio. Creo que a los de la asociación no les causamos muy buena impresión. Y no tanto por alboroto creado por la noche, sino por los tremendos ronquidos que despedía la zona de peregrinos del albergue.

31 octubre 2013

El Camino del Salvador: Etapa 3.- Poladura de la Tercia - Pajares

Viernes 3 de mayo de 2013

14,4 km  10 horas. (3 horas para comer)

Un bello día en la montaña
Amanece un fresco y luminoso día. La noche ha sido muy fría, pero gracias a mi saco he sobrevivido. Me levanto y noto que mi oído derecho continúa algo taponado. Tengo algo de resfriado y las bajas temperaturas no es que ayuden mucho. Caliento la leche, que me tomo junto a unas galletas príncipe, y tras ponerme las lentillas, salgo a la calle.

El cielo está despejadísimo. Junto a la entrada del albergue veo a dos personas que hoy nos acompañaran en la travesía montañera. Son amigos de Ender que han quedado con Ray y Rosa para acompañarnos a todos y servirnos de guía. Yo desconocía esto y sin esperar a nadie, cuando el reloj señala las diez menos cuarto, comienzo la dura y bella etapa.

Enseguida aparecen la nieve, el barro y las flechas
El día anterior ya nos habían comentado que hoy
encontraríamos tramos con mucha nieve. Por suerte hace un día espléndido y totalmente despejado. Salgo de Poladura por una carretera y en menos de 5 minutos las señales me sacan de la misma para coger una pequeña senda por una pradera herbosa en ascenso. El agua y el barro se presentan como la tónica general en esta primera parte de la etapa. Pronto se les une la nieve. Siempre hacia arriba, debo saltar una alambrada y, siguiendo las flechas amarillas y conchas en las estacas me adentro en la montaña.

Pendiente nevada para llegar a la cruz
En poco más de media hora, me sitúo en el collado de los Eros desde el que ya diviso la Cruz del Salvador, cruz que Ender colocó en el alto de los Romeros con la ayuda de varios compañeros, entre ellos, el que hoy nos acompaña. Sigo por la parte alta de una colina para llegar a una pequeña explanada  en la que el camino gira a la izquierda y acomete la subida al alto de los Romeros. Este paso esta totalmente cubierto de nieve y desde abajo parece bastante inclinado.

Me armo de valor y con tranquilidad inicio el ascenso. La nieve está a tramos blanda y a tramos dura y cuando llego a la parte final, hay un tramo con una fuerte pendiente que sería difícil de superar si no fuera por las profundas huellas que hay en la nieve. Subo sin problemas y una vez junto a la cruz, contemplo las extraordinarias vistas que se contemplan desde este lugar.

En la Cruz del Salvador con todos
Me acomodo entre las rocas tomando un kitkat y un poco de agua mientras espero al resto de peregrinos. Enseguida aparecen en lontananza todos en fila, capitaneados por Josines. En menos de quince minutos están junto a mi y nos hacemos los fotos de rigor y es cuando me entero que Josines había venido para echarnos una mano a realizar la etapa y acompañarnos. Muy maja esta gente del Camino del Salvador.

A las 11:30 continuamos con nuestra ascensión, salvando en unos veinte minutos el kilómetro que nos separa del punto más alto del Camino del Salvador, el Collado del Canto de la Tusa (1568 metrots). Los primeros suben más o menos por el camino, que esta nevado.
Tramo de bajada con rocas marcadas
Yo decido atajar por una pequeña vaguada para luego subir por la vertiente opuesta de la montaña, en principio con menos nieve. Me siguen Jon, Ray, Rosa y Josines. Todos llegamos al siguiente colladito y allí vemos que viene un montañero por nuestra izquierda siguiendo las cumbres de la montaña. Cuando se acerca a nosotros descubrimos que es Dani, que ha salido desde Viadangos de Arbas confiando encontrar el camino y hasta que no se ha encontrado con nosotros no lo ha tenido del todo claro.

Fuerte subida muy nevada
En unos minutos más de subida llegamos al Collado. Dani (Ironman) decide seguir por la línea de cumbres y subir hasta el pico que tenemos a nuestra derecha para disfrutar de las vistas. Al fondo se ve el pueblo de Busdongo, en una estampa invernal (aunque la nieve clarea en algunos puntos). Girando a la izquierda iniciamos el descenso. El sendero no está muy claro con toda la nieve que hay, pero las innumerables estacas de hierro con motivos peregrinos nos ayudan a dar con una pista de tierra que nos llevaría a Busdongo, pero la abandonamos al poco tiempo para tomar otra pista cubierta totalmente de nieve que en fuerte ascenso sale a nuestra izquierda. En este momento voy acompañado por Paco, Jon, Segis y el amigo de Josines.
Dani desciende al trote
El resto se han quedado algo rezagados. Cuando llegamos al último alto a pesar del sol hace bastante frío, ya que sopla un viento gélido, por lo que comienzo velozmente el descenso para no perder el calor corporal provocado por el esfuerzo de la subida. La bajada es dura porque hay mucha nieve y esta se hunde a nuestro paso, haciendo de cada pisada un gran esfuerzo. Cuando comenzamos a bajar nos pasa Dani corriendo. Dice que así baja mejor. Él es menudo y pesa poco, por lo que al bajar corriendo no se hunde. Segis, con sus pies en carne viva empieza a dar síntomas de estar fastidiado y Joan comienza a sentir sus pies congelados. Recuerdo que lleva unas zapatillas y prácticamente durante toda la etapa de hoy nuestros pies han ido sumergidos en la nieve. Mis botas, a pesar de su goretex, también terminarán caladas y noto algo de frío, así que no me quiero ni imaginar como irá él.
Jon y sus vaqueros en la nieve

Tras realizar una breve parada, me destaco un poco de los demás junto al amigo de Josines. Cruzamos un pequeño riachuelo y, viendo ya la carretera al fondo, continuamos con el descenso.
En este tramo hay zonas en las que la nieve tiene más de medio metro de profundidad, y más de una vez cede ante mi peso y me encuentro con la pierna hundida casi del todo. Tardamos casi hora y media en llegar hasta Arbás del Puerto desde el último collado, hora y media que se hacen muy pesadas.
La colegiata de Arbás del Puerto
Cuando ya estamos prácticamente sobre Arbás del Puerto y su colegiata, Jon y Paco cogen un atajo y van hacia la derecha. Yo, junto al amigo de Josines, sigo por lo que parece el camino y bajando por una corta y fuerte pendiente nevada llegamos a la carretera a unos metros del Mesón Quico y de la colegiata de Arbás. Por suerte, el mesón está abierto y la colegiata también. Son las 2 de la tarde. Entro a la colegiata. Al salir veo a Jon cambiándose las zapatillas. Me cuenta que al coger el atajo han tenido que cruzar un pequeño riachuelo y ha estado a punto de caer al agua. Por suerte, Paco ha estado rápido y le ha agarrado.

A pesar del goretex, yo también tengo caladas las botas, por lo que decido cambiarme los calcetines y ponerme un rato las zapatillas. En el mesón esperamos a que vayan llegando nuestros compañeros. Dani se toma algo para picar y en un rato proseguirá el camino. Los demás decidimos quedarnos a comer en el mesón y darnos un homenaje.

Llegamos a Asturias!!!
Nos pasan a un saloncito muy acogedor con la chimenea encendida. Dejamos botas y calcetines cerca del fuego para que se sequen. Una vez estamos allí todos, nos sentamos y disfrutamos de una suculenta comida. Yo tomo unas fabes con marisco de primero y huevos con patatas y picadillo de segundo, todo ello regado con un buen vinito tinto. Y de postre, un abundante arroz con leche. Nos lo tomamos con calma y diez minutos antes de las cinco, tras una tranquila sobremesa y una nueva visita a la colegiata de Arbás, nos disponemos a continuar con la etapa. Nos calzamos de nuevo las botas, que siguen algo mojadas y subimos los 500 metros que nos separan del Puerto de Pajares por la carretera. La última parte el camino es imposible de seguir, ya que está muy nevado y la primera parte del descenso esta impracticable y muy peligrosa con tanta nieve.
Paisaje invernal impresionante

En lo alto del puerto hay unas vistas espectaculares. La nieve en las cumbres domina el paisaje y va desapareciendo a medida que descendemos la mirada. Entramos en Asturias. 

Ahora nos toca afrontar la dura bajada. Al volver a caminar,  Segis se ha sentido indispuesto. Le va a costar mucho terminar la etapa. Tiene los pies fatal y la nieve no ayuda.

Bajamos un primer trecho por el arcén de la peligrosa carretera nacional. En aproximadamente un kilómetro nos topamos con el camino que viene por la derecha, cruza la carretera y continua por la izquierda. Aquí ya lo cogemos.
Descenso algo resbaladizo
Se podría bajar hasta Pajares por la carretera, pero no es nada recomendable. Y no solo por la evidente incomodidad de ir por el asfalto, sino por la extrema peligrosidad que conllevar caminar por el minúsculo arcén de una carretera muy frecuentada por coches, camiones y motos que toman las curvas muy cerradas.

En la vertiginosa senda de bajada hay mucha nieve y avanzamos lentamente. Hay tramos en los que la nieve y el barro nos juegan malas pasadas. Hay que extremar la precaución para no caerse. Pronto llegamos al desvío que nos propone ir directamente a San Miguel del Río sin pasar por Pajares. Nosotros vamos hacia la derecha al albergue de Pajares. Durante una hora de bonito descenso pasamos unas cuantas zonas embarradas y un riachuelo, que cruzamos con precaución y ayudándonos los unos a los otros. 
El barro y la nieve dificultan el paso

Llegamos a una zona de praderas donde ya hay menos nieve. Nos hacemos unas fotos y continuamos. La bajada es pronunciada. Es unos veinte minutos más llegamos a un camino que tomaremos hacia nuestra derecha. Durante la bajada nos hemos vuelto a separar. Aquí los más avanzados esperamos al resto. Los últimos que vienen son Jon y Segis, que aguanta a duras penas.

Ya en un camino de tierra 
Una vez en el camino, el andar es más cómodo. Hay zonas de sendero encharcado, pero el descenso ya no es tan continuo. Sobre las 19:15 avistamos el pueblo de Pajares y en quince minutos más llegamos al fin de nuestra etapa. El descenso ha sido duro, pero las vistas son preciosas. Al llegar al albergue nos recibe Dani, que ha llegado hace rato, y el otro peregrino que estaba la primera noche en el albergue de la Robla. Es calvete, y cuando me acerco a él y le veo bien, me llevo la sorpresa de reconocer en él a Eduardo, un peregrino con el que compartí algunas etapas en el camino Sanabrés de 2011. Me cuenta que ha venido por la ruta de invierno, que viene desde Buiza por la carretera pasando por Villamanín.
Peregrinos en camino

El albergue es acogedor, aunque está recién pintado y las paredes huelen un poco a pintura. La hospitalera viene y nos registra. Es muy maja y simpática. Nos comenta que el bar del pueblo esta abierto y que allí podremos tomar algo para cenar. En el salón hay máquinas de café y de bebidas. Charlando con unos y otros, Dani se da cuenta de que ha perdido su chaqueta en la cumbre en la que se sentó un rato antes de llegar al collado del Canto de la Tusa. Era casi nueva y se marcha a ver si la encuentra, a pesar de que ya está casi anocheciendo.
Y el pueblo de Pajares se divisa a nuestro alcance

A Segis le han traído en coche el último tramo. Le viene a ver el médico y le recomienda reposo mínimo un día. Está hecho polvo. Me parece que  los pies en carne viva y un corte de digestión han podido terminar con su peregrinación por esta vez. Una pena, pero más vale una retirada a tiempo.

Subimos al bar a tomar unas sidras Jon, Paco y yo. Mis compis se toman unos bocadillos. Luego vendrán también Edu y Dani, que ha tenido suerte y ha recuperado su chaqueta. Le han ayudado a llegar allí unos paisanos del bar, que le han llevado y traído en coche. Terminamos las sidras naturales y nos vamos a dormir, que la etapa ha sido dura y nos merecemos un buen descanso.


(Muy pronto más fotos de la jornada)