Viernes 3 de mayo de 2013
14,4 km 10 horas. (3 horas para comer)
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Un bello día en la montaña |
Amanece un fresco y luminoso día. La noche ha sido muy fría,
pero gracias a mi saco he sobrevivido. Me levanto y noto que mi oído derecho
continúa algo taponado. Tengo algo de resfriado y las bajas temperaturas no es
que ayuden mucho. Caliento la leche, que me tomo junto a unas galletas
príncipe, y tras ponerme las lentillas, salgo a la calle.
El cielo está despejadísimo. Junto a la entrada del albergue
veo a dos personas que hoy nos acompañaran en la travesía
montañera. Son amigos de Ender que han quedado con Ray y Rosa para acompañarnos
a todos y servirnos de guía. Yo desconocía esto y sin esperar a nadie, cuando
el reloj señala las diez menos cuarto, comienzo la dura y bella etapa.
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Enseguida aparecen la nieve, el barro y las flechas |
El día anterior ya nos habían comentado que hoy
encontraríamos tramos con mucha nieve. Por suerte hace un día espléndido y
totalmente despejado. Salgo de Poladura por una carretera y en menos de 5
minutos las señales me sacan de la misma para coger una pequeña senda por una
pradera herbosa en ascenso. El agua y el barro se presentan como la tónica
general en esta primera parte de la etapa. Pronto se les une la nieve. Siempre
hacia arriba, debo saltar una alambrada y, siguiendo las flechas amarillas y
conchas en las estacas me adentro en la montaña.
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Pendiente nevada para llegar a la cruz |
En poco más de media hora, me sitúo en el collado de los
Eros desde el que ya diviso
la
Cruz del Salvador, cruz que Ender colocó en el alto de los
Romeros con la ayuda de varios compañeros, entre ellos, el que hoy nos
acompaña. Sigo por la parte alta de una colina para llegar a una pequeña
explanada en la que el camino gira a la
izquierda y acomete la subida al alto de los Romeros. Este paso esta totalmente
cubierto de nieve y desde abajo parece bastante inclinado.
Me armo de valor y con tranquilidad inicio el ascenso. La
nieve está a tramos blanda y a tramos dura y cuando llego a la parte final, hay un tramo con
una fuerte pendiente que sería difícil de superar si no fuera por las profundas
huellas que hay en la nieve. Subo sin problemas y una vez junto a la cruz,
contemplo las extraordinarias vistas que se contemplan desde este lugar.
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En la Cruz del Salvador con todos |
Me
acomodo entre las rocas tomando un kitkat y un poco de agua mientras espero al
resto de peregrinos. Enseguida aparecen en lontananza todos en fila,
capitaneados por Josines. En menos de quince minutos están junto a mi y nos
hacemos los fotos de rigor y es cuando me entero que Josines había venido para
echarnos una mano a realizar la etapa y acompañarnos. Muy maja esta gente del
Camino del Salvador.
A las 11:30 continuamos con nuestra ascensión, salvando en
unos veinte minutos el kilómetro que nos separa del punto más alto del Camino
del Salvador, el Collado del Canto de
la Tusa (1568 metrots). Los primeros suben más o
menos por el camino, que esta nevado.
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Tramo de bajada con rocas marcadas |
Yo decido atajar por una pequeña vaguada
para luego subir por la vertiente opuesta de la montaña, en principio con menos
nieve. Me siguen Jon, Ray, Rosa y Josines. Todos llegamos al siguiente
colladito y allí vemos que viene un montañero por nuestra izquierda siguiendo
las cumbres de la montaña. Cuando se acerca a nosotros descubrimos que es Dani,
que ha salido desde Viadangos de Arbas confiando encontrar el camino y hasta
que no se ha encontrado con nosotros no lo ha tenido del todo claro.
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Fuerte subida muy nevada |
En unos minutos más de subida llegamos al Collado. Dani
(Ironman) decide seguir por la línea de cumbres y subir hasta el pico que
tenemos a nuestra derecha para disfrutar de las vistas. Al fondo se ve el
pueblo de Busdongo, en una estampa invernal (aunque la nieve clarea en algunos
puntos). Girando a la izquierda iniciamos el descenso. El sendero no está muy
claro con toda la nieve que hay, pero las innumerables estacas de hierro con
motivos peregrinos nos ayudan a dar con una pista de tierra que nos llevaría a
Busdongo, pero la abandonamos al poco tiempo para tomar otra pista cubierta
totalmente de nieve que en fuerte ascenso sale a nuestra izquierda. En este
momento voy acompañado por Paco, Jon, Segis y el amigo de Josines.
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Dani desciende al trote |
El resto se
han quedado algo rezagados. Cuando llegamos al último alto a pesar del sol hace
bastante frío, ya que sopla un viento gélido, por lo que comienzo velozmente el
descenso para no perder el calor corporal provocado por el esfuerzo de la
subida. La bajada es dura porque hay mucha nieve y esta se hunde a nuestro
paso, haciendo de cada pisada un gran esfuerzo. Cuando comenzamos a bajar nos
pasa Dani corriendo. Dice que así baja mejor. Él es menudo y pesa poco, por lo
que al bajar corriendo no se hunde. Segis, con sus pies en carne viva empieza a
dar síntomas de estar fastidiado y Joan comienza a sentir sus pies congelados.
Recuerdo que lleva unas zapatillas y prácticamente durante toda la etapa de hoy
nuestros pies han ido sumergidos en la nieve. Mis botas, a pesar de su goretex,
también terminarán caladas y noto algo de frío, así que no me quiero ni imaginar como irá él.
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Jon y sus vaqueros en la nieve |
Tras realizar una breve parada, me destaco un poco de los
demás junto al amigo de Josines. Cruzamos un pequeño riachuelo y, viendo ya la
carretera al fondo, continuamos con el descenso.
En este tramo hay zonas en las
que la nieve tiene más de medio metro de profundidad, y más de una vez cede
ante mi peso y me encuentro con la pierna hundida casi del todo. Tardamos casi
hora y media en llegar hasta Arbás del Puerto desde el último collado, hora y
media que se hacen muy pesadas.
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La colegiata de Arbás del Puerto |
Cuando ya estamos prácticamente sobre Arbás del Puerto y su
colegiata, Jon y Paco cogen un atajo y van hacia la derecha. Yo, junto al amigo
de Josines, sigo por lo que parece el camino y bajando por una corta y fuerte
pendiente nevada llegamos a la carretera a unos metros del Mesón Quico y de la
colegiata de Arbás. Por suerte, el mesón está abierto y la colegiata también.
Son las 2 de la tarde. Entro a la colegiata. Al salir veo a Jon cambiándose las
zapatillas. Me cuenta que al coger el atajo han tenido que cruzar un pequeño
riachuelo y ha estado a punto de caer al agua. Por suerte, Paco ha estado
rápido y le ha agarrado.
A pesar del goretex, yo también tengo caladas las botas, por
lo que decido cambiarme los calcetines y ponerme un rato las zapatillas. En el
mesón esperamos a que vayan llegando nuestros compañeros. Dani se toma algo
para picar y en un rato proseguirá el camino. Los demás decidimos quedarnos a
comer en el mesón y darnos un homenaje.
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Llegamos a Asturias!!! |
Nos pasan a un saloncito muy acogedor con la chimenea
encendida. Dejamos botas y calcetines cerca del fuego para que se sequen. Una
vez estamos allí todos, nos sentamos y disfrutamos de una suculenta comida. Yo
tomo unas fabes con marisco de primero y huevos con patatas y picadillo de
segundo, todo ello regado con un buen vinito tinto. Y de postre, un abundante
arroz con leche. Nos lo tomamos con calma y diez minutos antes de las cinco,
tras una tranquila sobremesa y una nueva visita a la colegiata de Arbás, nos
disponemos a continuar con la etapa. Nos calzamos de nuevo las botas, que
siguen algo mojadas y subimos los
500 metros que nos separan del Puerto de
Pajares por la carretera. La última parte el camino es imposible de seguir, ya
que está muy nevado y la primera parte del descenso esta impracticable y muy
peligrosa con tanta nieve.
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Paisaje invernal impresionante |
En lo alto del puerto hay unas vistas espectaculares. La nieve en las cumbres domina el paisaje y va desapareciendo a medida que descendemos la mirada. Entramos
en Asturias.
Ahora nos toca afrontar la dura bajada. Al volver a caminar, Segis se ha sentido indispuesto. Le va a
costar mucho terminar la etapa. Tiene los pies fatal y la nieve no ayuda.
Bajamos un primer trecho por el arcén de la peligrosa
carretera nacional. En aproximadamente un kilómetro nos topamos con el camino
que viene por la derecha, cruza la carretera y continua por la izquierda. Aquí
ya lo cogemos.
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Descenso algo resbaladizo |
Se podría bajar hasta Pajares por la carretera, pero no es nada
recomendable. Y no solo por la evidente incomodidad de ir por el asfalto, sino
por la extrema peligrosidad que conllevar caminar por el minúsculo arcén de una
carretera muy frecuentada por coches, camiones y motos que toman las curvas muy
cerradas.
En la vertiginosa senda de bajada hay mucha nieve y
avanzamos lentamente. Hay tramos en los que la nieve y el barro nos juegan
malas pasadas. Hay que extremar la precaución para no caerse. Pronto llegamos
al desvío que nos propone ir directamente a San Miguel del Río sin pasar por
Pajares. Nosotros vamos hacia la derecha al albergue de Pajares. Durante una
hora de bonito descenso pasamos unas cuantas zonas embarradas y un riachuelo, que cruzamos con precaución y ayudándonos los unos a los otros.
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El barro y la nieve dificultan el paso |
Llegamos a una zona de praderas donde ya hay menos nieve. Nos hacemos unas fotos y continuamos. La bajada es
pronunciada. Es unos veinte minutos más llegamos a un camino que tomaremos
hacia nuestra derecha. Durante la bajada nos hemos vuelto a separar. Aquí los
más avanzados esperamos al resto. Los últimos que vienen son Jon y Segis, que
aguanta a duras penas.
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Ya en un camino de tierra |
Una vez en el camino, el andar es más cómodo. Hay zonas de
sendero encharcado, pero el descenso ya no es tan continuo. Sobre las 19:15
avistamos el pueblo de Pajares y en quince minutos más llegamos al fin de
nuestra etapa. El descenso ha sido duro, pero las vistas son preciosas. Al
llegar al albergue nos recibe Dani, que ha llegado hace rato, y el otro
peregrino que estaba la primera noche en el albergue de
la
Robla. Es calvete, y cuando me acerco a él
y le veo bien, me llevo la sorpresa de reconocer en él a Eduardo, un peregrino
con el que compartí algunas etapas en el camino Sanabrés de 2011. Me cuenta que
ha venido por la ruta de invierno, que viene desde Buiza por la carretera pasando por Villamanín.
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Peregrinos en camino |
El albergue es acogedor, aunque está recién pintado y las
paredes huelen un poco a pintura. La hospitalera viene y nos registra. Es muy
maja y simpática. Nos comenta que el bar del pueblo esta abierto y que allí
podremos tomar algo para cenar. En el salón hay máquinas de café y de bebidas.
Charlando con unos y otros, Dani se da cuenta de que ha perdido su chaqueta en
la cumbre en la que se sentó un rato antes de llegar al collado del Canto de la
Tusa. Era casi nueva y se marcha a ver si
la encuentra, a pesar de que ya está casi anocheciendo.
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Y el pueblo de Pajares se divisa a nuestro alcance |
A Segis le han traído en coche el último tramo. Le viene a
ver el médico y le recomienda reposo mínimo un día. Está hecho polvo. Me parece
que los pies en carne viva y un corte de
digestión han podido terminar con su peregrinación por esta vez. Una pena, pero
más vale una retirada a tiempo.
Subimos al bar a tomar unas sidras Jon, Paco y yo. Mis compis se toman
unos bocadillos. Luego vendrán también Edu y Dani, que ha tenido suerte y ha
recuperado su chaqueta. Le han ayudado a llegar allí unos paisanos del bar, que
le han llevado y traído en coche. Terminamos las sidras naturales y nos vamos a
dormir, que la etapa ha sido dura y nos merecemos un buen descanso.
(Muy pronto más fotos de la jornada)