21 enero 2014

EPÍLOGO CAMINO DEL SALVADOR

EPÍLOGO (OVIEDO – GIJON – OVIEDO – MADRID)

Lunes, 6 de mayo de 2013

Con el camino ya completado me levanto este buen lunes en el albergue del Salvador de Oviedo. He escuchado levantarse y partir a los peregrinos que dormían en mi habitación y yo, como no tengo prisa, me lo he tomado con calma. Aún así, en torno a las 8:30 me levanto y recojo todas mis cosas con calma y tranquilidad. Hoy mis rutinas son algo diferentes a otros días. Guardo en la mochila toda la ropa que suelo utilizar para caminar. Me pongo las zapatillas en lugar de las botas, la camiseta de “paseo” en lugar de las “técnicas”, el forro polar en lugar de la sudadera y el pantalón de repuesto en lugar del de trekking.

La Regenta y la Catedral
Salgo del albergue en torno a las 9:00 y para desayunar elijo un bar camino de la catedral que tiene buena pinta. Cuando estoy desayunando mi café con croissant a la plancha y zumo de naranja caigo en la cuenta que fue el mismo lugar en el que desayuné hace unos años cuando comenzaba mi camino Primitivo (que coincidencia). Debo decir que estaba todo muy rico, pero que el precio no es que fuera económico precisamente. 

Durante el desayuno pienso en el Camino recorrido estos días. Ha sido uno de los más bonitos en cuanto a paisajes y, aunque ha durado poco, ha sido intenso. Se podría decir que ha sido una versión express del Camino. También ha sido grato disfrutar de la compañía de "tantos" peregrinos (tantos para este camino), lo que ha enriquecido la experiencia. En comparación con otras andaduras, quizás por los escasos cinco días, no he tenido tiempo de emprender un "viaje interior" tan profundo como en otras ocasiones, pero también es verdad que solo
El Peregrino y la Catedral 
el hecho de disfrutar de los inconmensurables escenarios por donde transcurre el camino ya te deja una huella indeleble que queda prendida para siempre en tu alma.

Tras el desayuno me dirijo a la zona de la catedral a hacerme unas fotos, y luego voy dando un paseo hasta la estación de tren. Mi idea es dejar la mochila en consigna y acercarme hasta Gijón en tren para darme un paseo por la playa de San Lorenzo. Al llegar a la estación, me sorprendo al no encontrar las consignas. Pregunto y me comentan que han sido suprimidas en casi todas las estaciones. Sinceramente, me parece una faena y es un servicio bastante utilizado por los viajeros. Un punto negativo más para Adif, Renfe o quien quiera que gestione estas cosas.
Parroquia de San Pedro Apostol .Gijón

Por suerte, de mis anteriores visitas a la ciudad recuerdo que la estación de autobuses está cerca y puede que allí tenga más suerte. Al dirigirme allí comienza a llover. Es una pena. Llevamos dos días seguidos con un tiempo estupendo y precisamente el día que me quiero acercar a la playa vienen las nubes y la lluvia. Algo mojado llego a la estación de autobuses y allí si hay consigna. Ya que estoy allí, elijo ir en bus a Gijón, que es más rápido y algo más barato.

Tomo el autobús y en una media hora estoy en Gijón. Al llegar descubro que la antigua estación de tren está cerrada. La nueva y provisional está algo más lejos del centro y de la playa de San Lorenzo, lo cual es bueno saberlo de cara al regreso a Oviedo para tomar el tren de vuelta a Madrid.
Playa de San Lorenzo Gijón
Palacio de Revillagigedo

Primero de todo me acerco a la oficina de Turismo para conseguir un plano de la ciudad. Después me dirijo a través de la Plaza Mayor a la playa de San Lorenzo. Aunque no hace un gran “día de playa”, mientras no empiece a llover puedo pasearme por su orilla. Es una gozada, después de tantos kilómetros de caminata, poder pasear con los
Peregrino en la playa
 pies descalzos sobre la fina arena de la playa y dejar que el agua gélida moje tus pies y te reactive la circulación.

Recorro la playa de punta a punta y me distraigo realizando unas fotografías. Decido sentarme un rato, disfrutando de la la brisa marina, a escuchar el romper de las olas al llegar a la costa junto al graznido de las gaviotas.

¡Qué sube la marea!
Como el día es algo desapacible, comienzo a sentir algo de frío. Me visto y me acerco hasta la escalerona, uno de los puntos de reunión de la ciudad, donde tomo otras tantas fotos y abandono la playa. Voy a buscar un lugar donde comer. Encuentro un menú económico a mi gusto en un local cerca de la Plaza Mayor. Hoy es el último día en el que puedo disfrutar de lo bien que se come en toda esta tierra asturiana y por precios económicos.

El elogio del horizonte
Después del almuerzo, me dirijo a Cimadevilla dando un paseo para digerir mejor la comida. Cuando me estoy acercando al parque del Cerro de Santa Catalina el típico “orbayu” comienza a humedecer mi cara. Al llegar ante el “El elogio del horizonte” de Chillida contemplo las maravillosas vistas que se obtienen desde este lugar. Enfrente, el cantábrico, ahora gris y encrespado. A mi espalda, la ciudad de Gijón. A un lado la extensa playa de San Lorenzo y al otro el rompeolas que salvaguarda el muelle y la playa de Poniente.

Rompeolas en Gijón
El mar azotando los acantilados
A pesar de la fina lluvia y del viento, disfruto de este momento tan representativo de la meteorología de esta tierra. Para no empaparme, pienso en descender hacia una zona menos expuesta a las condiciones climatológicas adversas. Por fortuna, la lluvia me concede una tregua y prosigo mi descenso hacia el muelle disfrutando de la zona de acantilados, contemplando romper las olas contra las rocas y oteando el vuelo de las gaviotas.

Playa artificial de Poniente
La gaviota otea el horizonte
Llego hasta el rompeolas y recorro el paseo del muelle hasta llegar a la playa de Poniente. Me despido ya del mar y desde este lugar, donde hay unos edificios que parecen grandes barcos, me dirijo a la nueva y provisional estación de tren. En unos minutos la alcanzo. Aprovecho que el billete de tren de larga distancia Oviedo-Madrid incluye billete de cercanías en origen y destino para ahorrarme el billete hasta la capital asturiana.
Estación provisional de Gijón
Al llegar a la estación de tren de Oviedo tengo que ir a recoger mi mochila a la estación de autobuses y volver de nuevo a la de tren para tomar el que me llevará de vuelta a casa. Voy con tiempo de sobra y no tengo ningún problema. Con el repiqueteo de la lluvia abandono Oviedo. A las 17:50 cojo el tren y poco antes de las 23:00 este se adentra en la capital dirección Chamartín, donde me está esperando Virginia.

Vuelvo a casa. El Camino del Salvador ha terminado. La experiencia peregrina de este año 2013 me ha parecido muy exigua, por lo que pronto comenzaré a planear otra gran aventura que me llevará de nuevo al Norte de la península y me traerá más gratas experiencias. 

Pero eso ya es otra historia...

Camino del Salvador 2013